La educación primaria o básica es un servicio muy delicado e importante porque deja huellas casi irreversibles en nuestro cerebro, aunque los maestros no hayan tenido que abrir nuestro cráneo con un cincel para operarlo. Por lo tanto, es indispensable que los maestros de las zonas más pobres del país tengan una preparación docente avanzada para poder apoyar las aspiraciones de movilidad social de sus alumnos.
Felipe Tirado Segura, experto en la evaluación de la educación, demostró en 1986 que el 80% de las personas que habían cursado la primaria no tenían un dominio satisfactorio de los conocimientos elementales de ese nivel[1]. Esta situación ha sido confirmada por el Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA) para los años 2015 y 2018[2].
Los peores resultados observados ocurren en las regiones con menor índice de desarrollo humano, en las escuelas dónde se respeta poco y estimula menos a los alumnos. El informe de PLANEA concluye “Los resultados son más bajos en las poblaciones que presentan mayores condiciones de vulnerabilidad socioeconómica”. En un análisis separado, se halló que los peores resultados se obtuvieron en las telesecundarias, las escuelas indígenas y las multigrado. Todo eso muestra que el Sistema Educativo Nacional tiene una deuda con las poblaciones más desfavorecidas.
Hay países que no padecen estos problemas. Por ejemplo: Singapur, Finlandia y Corea del Sur han logrado llegar a la lista de los cinco mejores en enseñanza básica. Ellos han invertido en la formación de docentes con alto nivel académico. Para los gobiernos y el pueblo de esos países, la excelencia educativa ha sido una meta compartida y exigida a todos los niveles. Hace treinta años esos países eran relativamente pobres y tecnológicamente atrasados. Hoy sus economías generan productos o servicios de muy alta calidad, como la fabricación de computadoras, celulares o la prestación de servicios financieros de alto nivel.
En México, de vez en cuando, surgen casos excepcionales de maestros de primaria en regiones pobres, con grupos de alumnos sobresalientes. Por ejemplo: Paloma Noyola Bueno, hija de un trabajador de El Basural de Matamoros, obtuvo en 2013 la calificación más alta en la prueba Enlace de matemáticas y el tercer lugar en español. Sus compañeros también figuraron muy por encima del promedio nacional. Fue el resultado de la labor del profesor Sergio Juárez Correa en la escuela José Urbina López, quien estudió y aplicó las propuestas educativas del profesor Sugata Mitra de la Universidad de Newcastle, Inglaterra. Este profesor de origen indio insiste en la importancia del docente como agente provocador del aprendizaje, a través de preguntas que despiertan la curiosidad de los jóvenes sobre temas fundamentales. Para poderlo hacer, el docente debe entender cuáles son esas preguntas y adaptarlas a la situación de sus alumnos, para que provoquen su curiosidad y así poderlos guiar para que descubran y entiendan por sí mismos, los conceptos básicos.
Nunca olvidaré que hace más de 30 años unos campesinos me mostraron la importancia social y política del conocimiento. Cuando les preguntamos que querían aprender, si producir mejor el maíz o cuidar mejor a sus animales, nos dijeron “queremos hablar como abogados o ingenieros para que no nos transen cuando firmamos los contratos”. Por eso discrepo de los llamados “expertos” de la educación, quienes dicen que la selección y evaluación de los maestros rurales debía ser menos exigente que la de los maestros de las ciudades. En Finlandia, son los maestros con mayor preparación universitaria los que se ocupan de los niños más pobres, porque saben que tienen los problemas más difíciles de la docencia.
En conclusión, los maestros que trabajan en áreas pobres deben tener una preparación docente del más alto nivel porque enfrentan el desafío de la educación de alumnos que tendrán que superar las barreras de una sociedad muy desigual, la cual se aprovecha de la ignorancia de los pobres para perpetuar esa desigualdad. Estos docentes tendrán que superar con ingenio y creatividad las carencias de recursos económicos si es que quieren ser solidarios con sus alumnos.
[1]Tirado, F. (1986). La crítica situación de la educación básica en México. Ciencia y desarrollo, 12(71), 81-94.
[2]PLANEA. Resultados Nacionales de 2018. Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación.