Gustavo Viniegra González
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Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha dicho muchas veces: primero los pobres. Por eso su principal preocupación es acabar con la pobreza a través de la lucha contra la corrupción, el crimen y la desigualdad de oportunidades para el progreso. Pero, conviene analizar en qué consiste el trecho para que se cumpla ese dicho.
Una primera aproximación al problema es la estimación de su dimensión financiera. Aquí se argumenta que posiblemente se requiera más de un sexenio para resolver este problema y para ello no bastaría reducir los salarios de los altos funcionarios, ni acabar con la corrupción. Se necesitaría crear nuevos emprendimientos, cuyas ventas superasen los 100 mil millones de dólares, equivalentes a casi 3 billones de pesos, que serían una octava parte del PIB.
Para sustentar lo anterior, se añaden los siguientes datos: según CONEVAL [1], en 2016 había 53 millones de mexicanos en situación de pobreza, de los cuales 9.4 estaban en condiciones de pobreza extrema. Por otra parte, cerca de 6 millones de mexicanos, radicados en EUA, enviaron ese año 27 mil millones de dólares [2] para que más de 7 millones de familias pobres pudieran sobrevivir. Como es recomendable que las ventas sean tres veces mayores que los salarios, se necesitarían emprendimientos con ventas, que serían el 60% del presupuesto federal. De ahí que no se pueda erogar en un solo año el monto necesario de inversiones y probablemente sea necesario distribuirlo en seis o más años.
AMLO ha sustentado que la sustitución de las importaciones de combustibles y alimentos podría resolver el problema de la pobreza y el empleo. Pero esos dos rubros combinados suman menos de 50 mil millones de dólares [3]. Faltaría abrir un mercado por otros 50 mil millones de dólares que tendrían que venir de la industria y el comercio. Eso va a requerir una dosis fuerte de imaginación, innovación y negociación.
El sector agroalimentario está agobiado por el cambio climático porque se han visto reducidas las lluvias en los mejores distritos de riego y esto afecta mucho más al 80% de los campesinos pobres que viven en zonas semi desérticas. De ahí que para aumentar su productividad, se tendría que innovar en el uso de plantas como los nopales y los magueyes, altamente productivas en esas condiciones, pero que necesitan nuevos sistemas agroindustriales, con nuevos productos, como los textiles, bio-plásticos, bio-combustibles y el forraje. Todo ello bajo esquemas que repartan la riqueza, evitando que México caiga otra vez en el sistema porfiriano de las grandes haciendas con millones de peones empobrecidos. Por ejemplo: los ingresos familiares deben ser mayores que las remesas, lo cual equivaldría a un salario mensual de 8 mil pesos.
En el área industrial, se tendría que negociar y poner en marcha la sustitución de importaciones de piezas y refacciones provenientes de EUA, China y Canadá, para crear miles de nuevos negocios que incorporen y certifiquen la tecnología del ramo y lo hagan mediante acuerdos con las empresas armadoras de automóviles y equipo electrónico.
En pocas palabras, el trecho actual para acabar con la pobreza es un camino mal construido, cerrado para la mayoría de los pobres y lleno de peligros y accidentes, incluyendo la extorsión descarada, la corrupción y el narco. Será función de los tres niveles de gobierno: crear nuevos destinos para que transiten los pobres hacia la prosperidad, pavimentar esos caminos, acabar con los bandidos y prestar auxilio oportuno y eficaz a los accidentados. Pero será el pueblo mismo el que deberá transitar el camino, acarrear sus productos y venderlos en el mercado. Por eso AMLO y sus colaboradores deberán ponerse de acuerdo en cómo mejoran el camino para salir de la pobreza, pero tengan seguro que el pueblo está ansioso por trabajar, para dejar de ser pobres y para lograr una vida digna y sustentable con sus propios recursos.
[1] https://www.coneval.org.mx/Medicion/PublishingImages/Pobreza_2008-2016/Cuadro_1_2008-2016.JPG
[2] https://mundohispanico.com/dinero/registran-aumento-en-remesas-enviadas-a-mexico-en-enero-de-2017
[3] La importación de 9 mil millones de litros de leche, 10 millones de toneladas de maíz y 2.5 millones de oleaginosas cuesta menos de 8 mil millones de dólares. Según El Economista (13 de febrero de 2018) en 2017, México importó combustibles y otros productos petroleros por un valor de 42 mil millones de dólares.