Durante los últimos 30 años el ensamble de automóviles y equipos electrónicos, junto con la maquila en la industria del vestido y medicinas, nos ha permitido sextuplicar las exportaciones de estos productos, con un crecimiento promedio anual del 6%, pero con un saldo negativo en la balanza comercial por la importación de productos asiáticos de alta tecnología, como los televisores, electro-domésticos y componentes para producir los productos ensamblados. Nuestro comprador principal ha sido EUA, con quien hemos logrado un balance positivo que Trump quiere cancelar. Si ahora nos reducen las compras de EUA y a la vez se extinguen las remesas de los trabajadores indocumentados, nuestra economía entrará en un serio problema porque no tendremos los dólares necesarios para comprar los productos que importamos, que incluyen: el 56% de las gasolinas, el 92% de la soya y la mitad del maíz y de la leche que consumimos. Por eso es urgente modificar la estrategia comercial en tres frentes principales: a) Sustituir las importaciones de combustibles y alimentos por productos nacionales, b) Cambiar de proveedores para liberarnos de las presiones en la negociación con EUA y c) Reorientar nuestras manufacturas, con mayor integración nacional, pero orientados a nuevos mercados en Europa y América Latina.
Todo eso requiere talento y capacidad tecnológica aplicada a la industria y este factor ha sido muy descuidado durante los últimos 30 años. En primer lugar, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHyCP) ha mantenido la inversión en ciencia y tecnología por debajo del 1% aprobado desde hace cerca 20 años por el Congreso de la Unión. Y ahora, frente a la crisis, decidió reducir en un 24% el presupuesto de Conacyt, con una grave contracción en los exiguos programas de becas para formación de científicos e ingenieros de nivel doctoral. Por otra parte, la propia SHyCP, junto con la Secretaría de Economía (SE) han carecido de un programa de fomento a la innovación industrial de forma que nuestras empresas manufactureras carecen de estímulos para asimilar y competir en la integración de las cadenas de producción, de tal manera que sólo un tercio de las empresas proveedoras de partes automotrices son de capital mexicano y la tasa de innovación ha sido inferior a 10 patentes por millón de habitantes, muy por debajo del registro anual de 100, necesario para el despegue de un país como competidor en el mercado de tecnología.
La asimilación de tecnología es un proceso muy rentable y barato. La adaptación de una patente extranjera a nuestras necesidades cuesta tres veces menos que inventar un proceso o equipo y el 98% de las patentes del mundo son del dominio público para nosotros porque no fueron registradas oportunamente en nuestro país. Pero este proceso, que fue el camino seguido por Japón, Corea del Sur, Taiwán y China, requiere de estímulos y programas de fomento, ignorados por las SHyCP y SE, las que deberían haber aprovechado en estas tareas a los miles de jóvenes científicos e ingenieros mexicanos egresados de nuestras universidades. En vez de ello, ahora la SHyCP decide recortar el presupuesto de ciencia y tecnología, reducir las becas para posgrado y encerrarse en la austeridad para esconderse en la arena como los avestruces frente a la tormenta. Por eso es necesario denunciar este grave error estratégico que va a resultar inefectivo para enfrentar el reto de Trump.