Es el artífice del modelo policiaco denominado Mando Único, que incluso se buscó llevarlo al contexto nacional como el instrumento más adecuado para enfrentar a una delincuencia que no da tregua y descanso y que en Morelos tiene inquietos a muchos ciudadanos.
Pero hace dos o tres meses, desde la Federación se ha anticipado que no será ya esa la estrategia y que se regresará a la conocida como policía mixta. Es decir, se volverán a compartir responsabilidades en materia de prevención del delito con los ayuntamientos y entonces el Mando Único estaría expirando con el inicio del 2017.
Pero independientemente de lo anterior, a partir de la detección de un supuesto atentado en contra de instalaciones del Mando Único a manos de un grupo de delincuentes, se ha propalado toda clase de versiones y ayer cobraba fuerza aquella en el sentido de que Capella Ibarra había decidido declinar a su cargo y seguramente regresar a Tijuana, aunque entendemos que ya cuenta en Morelos con propiedades que lo estarían arraigando.
Esa versión, fue negada en la noche vía Facebook por el propio Capella.
Lo que sí se indicó, fue que por decisión del titular del Mando Único en Cuernavaca, se habían dado algunos ceses de mandos medios en las estructuras de la policía capitalina, pero éstos obedecerían más al conflicto político que enfrenta el alcalde Cuauhtémoc Blanco Bravo con otros poderes que por la posible salida de Jesús Alberto.
La información en relación a la capital del estado, venía acompañada de comentarios en el sentido de que la finalidad es irle creando vacíos al presidente municipal y debilitar sus cuerpos de seguridad para contribuir al desgaste al que se le viene sometiendo por los conflictos y las luchas por el poder.
No obstante, más allá de que el Mando Único esté concluyendo con su fase tras el experimento de que fue objeto, precisamente en nuestra entidad, todo el tema de seguridad nacional está siendo revisado y queda muy claro que al corto plazo habrá modificaciones en la lucha contra el crimen desde las altas esferas del poder.
La discusión sobre la inclusión del Ejército en la persecución del delito durante casi diez años va sin duda a terminar con una reforma legal para poder legitimar su presencia en las calles y desde luego es una evidencia clara de que las corporaciones policiacas simplemente no logran estar a la altura de las circunstancias y necesidades de los mexicanos en esa materia.
Lo que pase en este ámbito, tendrá que ver directamente con modificaciones que repercutirán en todo el territorio nacional del que Morelos no escapa y francamente tomando en consideración que las policías desde la Federación, estados y municipios no garantizan resultados, los cambios constitucionales más bien tendrán que darse a fin de que tanto el Ejército como la Marina puedan legalmente desarrollar estas tareas sin caer en faltas a la Constitución General de la República.
En concreto, las medidas puestas en práctica en el país, que buscaban o prometían reducir al máximo los índices de delitos no prosperaron y por lo tanto es casi un hecho que se entrará en otras modalidades, pero ya con la inclusión legal de las fuerzas armadas de México.
La puesta en marcha del Mando Único en Morelos parece haber obedecido a un encargo superior, con la finalidad de probar hasta dónde era viable llevarlo al resto de los estados de la república. Por los motivos que sean, no avanzó y con ello el propio Capella Ibarra estaría concluyendo una etapa a la que necesariamente hay que dejar atrás.
Claro, tampoco se descarta que ya con el modelo de policía mixta el señor continúe al frente de la policía preventiva y de la Comisión Estatal de Seguridad Pública, pero igualmente pudiera ser él mismo quien lo considerara ya innecesario, dado que los márgenes de maniobra se le reducirían sustancialmente.
Como se ve, el tema de la seguridad y la delincuencia sigue inacabado desde hace tiempo, son cerca de diez años en los que se ha venido dando una encarnizada lucha en todos los ámbitos y a nivel nacional y cuyos resultados son muy raquíticos.
Igual y algunos delitos como el secuestro han logrado ser reducidos en buena medida, pero otros se han disparado, lo que indica que los grupos delincuenciales sólo cambian de modos de operar cuando se ven restringidos en algunos campos, pero de ninguna manera bajan los brazos.
No obstante, es pues lamentable que al cabo de muchos años, a fin de que los elementos de las diversas corporaciones alcanzaran un nivel de capacitación y adiestramiento suficiente como para enfrentarse a la delincuencia organizada, se llegara a la admisión de que no ha sido así y que son sólo el Ejército o la Marina los que tienen la capacidad para defendernos de los enemigos públicos nacionales.
Las fuerzas armadas entraron en escena bajo ese compromiso, se esperaba que el paso de cuatro o cinco años nuestros policías evolucionaran y tuvieran un nivel suficiente como para cumplir con las responsabilidades que les toca, pero no avanzaron gran cosa.
Y los militares no pueden regresar a sus cuarteles, porque entonces dejarían a la ciudadanía en la indefensión, esa es la preocupación que llevó a la discusión sobre la urgente necesidad de legislar al respecto. La cosa es que hay muchos que cuestionan también su desempeño, porque señalan violaciones a los derechos humanos en su actuar.
Quizás ellos sean los menos responsables, no están formados para la prevención del delito, son adiestrados para tareas mucho más duras e incluso de riesgo, por mucho que se esfuercen, sus orígenes los llevan a tratar a todos con dureza y en no pocas ocasiones se les pasa la mano. A pesar de todo eso, son lo mejor que tenemos, por lo menos para intentar contener la avanzada de la delincuencia.