Lo que José Martínez Cruz, de la CIDH, ha dicho ayer refleja el fracaso de esas políticas de prevención de esos municipios, pues únicamente de enero a junio (faltan julio y lo que va de agosto) han ocurrido 52 feminicidios.
Sin embargo, desde algunas instancias gubernamentales se habla de un ambiente de bonanza, seguridad, respeto a los derechos humanos y toda clase de satisfactores.
Desde las estructuras del poder público de los tres niveles de gobierno se debe mirar con más atención las condiciones que s eviven en cuestiones de economía, seguridad, atención de sus necesidades.
Y TRAS LA MARCHA ¿QUÉ?. SERÍA BUENO CREAR UN PARLAMENTO CIUDADANO
De acuerdo al ambiente socio-político que se observa en este momento, se antoja que las condiciones están dadas para que la marcha de protesta, programada para el próximo martes 16 de agosto, sea nutrida. Igual y no se alcanza la meta anunciada por el rector de la universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), Alejandro Vera Jiménez, de 100 mil participantes, pero si rebasa los 30 mil, ya estaría por arriba de cualquier otra en el pasado.
El gobierno federal ha venido siendo poco receptivo frente a los reclamos y expresiones de inconformidad en la entidad. No obstante, es casi seguro que la Secretaría de Gobernación le viene dando seguimiento al evento programado y si logra amplia participación, tendría que haber una respuesta, a fin de desactivar una posible reacción de otra naturaleza.
La demanda central corresponde resolverla a niveles superiores de autoridad. Sin embargo, ante la posibilidad de que la protesta vuelva a ser desestimada, lo más prudente sería pensar en instrumentos de carácter popular a fin de generar un contrapeso real a las estructuras de poder.
En algunos países de Europa han surgido figuras que les vienen dando resultado, una de ellas, los parlamentos ciudadanos o congresos del pueblo que vigilan el quehacer de la clase política en el poder y son un órgano de presión a fin de impedir acciones contrarias al interés superior de la colectividad.
Y para que tuviera un peso efectivo, tendría que estar integrado por representantes de cada uno de los 33 municipios, incluyendo líderes sociales y morales, además de personajes con trayectoria académica.
Consideramos no equivocarnos si decimos que costará trabajo que los gobernados recobren el respeto y la credibilidad en sus instituciones.
Pero debemos evitar que sólo quede el camino de la rebeldía y la violencia como forma de defensa del pueblo. Habría que buscar impedir llegar a esos extremos. La conformación de ese parlamento ciudadano permanente, con absoluta independencia y libertad para exigir, en voz de los morelenses.
Es una pena ver cómo la mayoría de quienes ejercen algún cargo o representación en las estructuras oficiales, en lostres niveles de gobierno, no están a la altura. No es precisamente la honestidad, sus valores morales o la vocación de servicio lo que los lleva a buscar colocación en el gobierno o en los congresos, sobre todo locales.
Mientras no se logre poner una barrera o filtro, a fin de que sean ciudadanos calificados y de solvencia moral quienes conformen los poderes, no tenemos remedio, seguirán los reclamos.
Como que el momento es propicio para empezar a generar una mejor cultura de respeto como método para defender nuestros intereses, pero hay que ir dándole forma y fuerza, de otra manera la participación, así sea multitudinaria, se irá diluyendo.