Quienes llegaron a conducir la comuna, encabezada por la maestra Irma Camacho García, en su calidad de suplente de Mota Ocampo, calculaban que la deuda o pasivos de la comuna alcanzaban los 200 millones de pesos, pero en el camino se han encontrado con más sorpresas desagradables y hoy estiman esa carga en unos 300 millones de pesos.
No obstante todos esos inconvenientes, habría que reconocerle al gobierno local que han logrado cambiar el rumbo, porque al menos siguen sacando adelante el pago de nóminas y hasta cubriendo algunas deudas heredadas, cuando sus antecesores se fueron sin cubrir pago de aguinaldos y tres o cuatro quincenas de salario a sus empleados.
Pero regresando al caso del desorden administrativo y contable, una de las instancias que sigue siendo objeto de disputa por parte de actores del reciente pasado, es el sistema de agua potable. Raúl Enrique Castelo García fungía como administrador en el gobierno de Miguel Ángel Colín Nava.
Éste, con el apoyo del entonces ex regidor Dante González Lagunas, ya occiso, eran los que capitalizaban todo, incluso contrataron una consultora para el cobro de cartera vencida, que nunca operó, porque era el personal de dicho organismo el que ejercía las cobranzas, sin embargo ellos recibían los pagos que se liberaban a la supuesta empresa, que eran del orden de 70 mil pesos mensuales.
El nuevo titular del sistema es Samuel Orihuela García, hermano del ex legislador y ex edil Javier Orihuela, quien empezó por eliminar todas esas componendas y red de corrupción que dejaron sus antecesores, que incluían negocios con proveedores y clientes, sin embargo ello le ha generado ciertos inconvenientes.
Bueno, entre tantas marrullerías, Castelo y González Lagunas adquirieron un nuevo sistema interno de informática, un software que no aparece por ningún lado, nadie sabe quién se lo llevó, pero que además nunca se pagó y la empresa comercializadora ya logró ganar un juicio a fin de que le liquiden esa compra por cuatro millones 500 mil pesos.
Castelo García, quien buscó afanosamente la titularidad de la Secretaría de Obras Públicas en este gobierno, aspiración que le fue negada, ha venido buscando apoyo de algunos regidores para desestabilizar el sistema de agua, entre ellos del priista Juvenal González Amaro, sobrino de Dante González, quien controlaba el sistema conjuntamente con el ex director general. Es decir, todavía por ahí se advierten resquicios de negocios del pasado.
Y que también la regidora Guillermina Macedo ha aceptado la sugerencia del ex funcionario, por algunos resentimientos, entre estos que le quitaron el control del sistema de agua potable de la colonia Rubén Jaramillo, donde por algunos años fue la que lo administró.
Pero tampoco es sólo el asunto del agua donde se despacharon con la cuchara grande en el trienio de Colín Nava, prácticamente todas las áreas estaban negociadas con grupos de delincuencia organizada que aplicaban una especie de lavado de dinero, como parece haber ocurrido en lo que toca al sistema de recolección de basura.
Es decir, la administración municipal no sólo tiene que pagar toda clase de facturas que dejó pendientes el ex edil, sino que los fuertes intereses creados a lo largo de esos tres desafortunados años, siguen siendo una piedra en el zapato para quienes ahora intentan enderezar el rumbo.
Baste recordar que Miguel Ángel Colín Nava anda prácticamente a salto de mata, le han ordenado –desde el Congreso local- la aplicación de una auditoría especial por presunciones de desvíos de cientos de millones de pesos en su ejercicio del mando municipal.
Derivado de eso, se han filtrado informaciones en el sentido de que el señor logró acumular una gran fortuna, con toda clase de bienes inmuebles adquiridos , incluyendo la construcción de una clínica-hospital en la ciudad de Puebla y lo menos que se piensa es que le vienen preparando la cama, que si las instituciones competentes le aplican la ley, estaría pasando algunos años en prisión porque en verdad se fue recio, mientras el Ayuntamiento entraba, a mediados de su mandato, en franco estado de quiebra financiera.
No le importaba que el municipio no tuviera obra pública, que durante dos o tres meses sus propios trabajadores no recibieran sus salarios, disque por falta de dinero, él seguía desviando cientos de miles o millones de pesos para su riqueza personal.
Contaminó de lodo toda la administración, permitió que la mayoría de sus colaboradores más cercanos se beneficiaran descaradamente y esa perversa red no ha logrado ser desmantelada del todo. Se siguen encontrando reacciones que tuvieron su origen en ese periodo, caso específico, lo decíamos, el del sistema de agua potable. Pero ahora esos actores buscan moverle las aguas al nuevo director.
Como se recordará, el arribo de Camacho García al frente de la comuna requirió de negociaciones con el grupo de Gisela Mota Ocampo. Se llegó a pensar que bajo tales circunstancias, sería imposible gobernar, no obstante las corrientes han mostrado civilidad y parece que hay entendimiento y sensatez, por eso el gobierno está logrando vencer muchas resistencias internas.
Bueno, uno de los funcionarios aseguraba que para no enfrentar dificultades de última hora, desde hace rato, se vienen abonando fondos en una bolsa a fin de poder cubrir sin problemas prestaciones laborales de fin de año, como el aguinaldo.
Claro, el escenario tampoco es para nada de bonanza, ningún dinero es suficiente para ir tapando hoyos por todos lados, por eso tampoco hay mucha inversión pública que digamos y hay ciertas dificultades para mantener la prestación de servicios como la recolección de desechos sólidos, agua potable, alumbrado o vialidades, pero por lo menos hasta este momento no se advierte de algunos hechos penosos como los del reciente pasado y eso es ganancia para los temixquenses que han sufrido algunos gobiernos malos y el último pésimo.