Lo anterior es el resultado de reformas en la materia efectuadas en la legislatura anterior que se esperaba que fueran un aliciente a fin de que los ayuntamientos hicieran su mejor esfuerzo, esperando congraciarse con el electorado, para poder tener calidad moral a fin de regresar a pedirles el apoyo a los ciudadanos, para repetir.
A decir verdad, salvo raras excepciones, no vemos por ningún lado la diferencia entre las pasadas generaciones de presidentes municipales y los actuales. En la mayor parte de las comunas, la corrupción sigue dominando los escenarios al interior de las administraciones. El trabajo hacia afuera es imperceptible, y por el contrario, siguen acumulándose conflictos e inconformidades ante los escasos resultados de éstos primeros seis meses al frente de las alcaldías.
Es decir, se nos antoja que los ediles vienen perdiendo esa oportunidad de seguir al frente de los ayuntamientos, porque acabarán tan desprestigiados y repudiados frente al pueblo, que no tendrán cara para ir a solicitarles nuevamente su apoyo en las urnas.
Claro, tampoco es muy fácil satisfacer a las mayorías, sobre todo cuando lo que no hay es dinero y todo camina a base de recursos. Sin embargo, es en circunstancias como estas cuando se pone a prueba el talento y estatura de cada edil.
Si hay formación política y experiencia, se tienen los contactos necesarios o las ideas a fin de dedicarse a tocar puertas y a gestionar recursos en todas las instancias habidas y por haber.
Es ampliamente conocido que en la Federación hay un fondo enorme de dinero que se asigna a aquellos municipios en el país que cumplan con requisitos en sus gestiones. Uno de ellos, el más significativo, es la entrega de proyectos ejecutivos perfectamente elaborados y desde luego, sustentados en las necesidades a resolver.
Pero de acuerdo a los cálculos más conservadores, sólo un 20 por ciento de esa bolsa suele ejercerse cada año, lo demás ahí se queda, porque no hubo capacidad de las administraciones municipales para sustentar sus gestiones, que son rechazadas.
Pero a nivel de estados, cada dependencia federal tiene sus delegados, a través de los cuales también se pueden realizar los trabajos de gestión. Y no necesariamente tiene que ser el edil quien deba andar de puerta en puerta, pués para ello debe formar un grupo especializado en la materia que conozca todos los métodos y normas a cumplir en cada caso, a fin de hacer la chamba, pero ¿han procurado los presidentes municipales disponer de este personal calificado?
Casi le podemos apostar que no, que en las áreas económicas tienen a sus amigos o recomendados, quizás incondicionales para que les cuiden la lana, no para bien invertirla en acciones de bien común, sino para que les encubran cualquier exceso y les liberen dinero cada vez que les venga en gana, porque para eso les pagan.
Y la respuesta más recurrente de un edil a su tesorero cuando éste le dice que no puede justificar tal o cual monto, es “tú sabrás como le haces, es tu problema”. Y en efecto, el funcionario en cuestión deberá recurrir a lo que sea a fin de “lavar” el dinero de su jefe.
Por eso al final del trienio quienes más problemas suelen enfrentar por denuncias de desvíos, son ellos, cuando los beneficiados fueron los alcaldes.
Bajo las nuevas reglas electorales, los alcaldes deberán aplicarse con todo, para por lo menos mostrar interés de hacer las cosas bien y reclamar continuidad en sus respectivas comunas.
Claro, todavía les queda tiempo de sobra, apenas superaron los primeros seis meses, pero cuando se trabaja en serio, desde el comienzo se ve la diferencia.
No hay mucho espacio de maniobrabilidad para poder resolver las necesidades de la gente, pero la verdad es que el pueblo es muy noble, es suficiente con que vea que su presidente municipal le echa todas las ganas, aunque no logre todos los objetivos, para que se lo reconozca.
Ya lo decíamos recientemente, no son pocos los munícipes que más bien le vienen echando leña al fuego, con despido de personal, agrandando el número de denuncias laborales, que a la postre se transforman en costosos laudos y más adelante, en motivo de destituciones por incumplimiento.
Hoy buscan, respaldados por el Congreso local, generar la figura de un fideicomiso mediante el cual puedan obtener algunas prestaciones económicas para ir sorteando el panorama, ya que algunos están muy cerca de que el agua les llegue al cuello, por la amenaza de ser removidos de sus respectivos cargos.
Es cierto que a nivel municipal la situación es muy difícil, porque lo único que hay son deudas por todos lados, incluyendo a proveedores, rezago en el pago de servicios, como el teléfono, agua o luz, y con muchos problemas se logra cubrir el pago quincenal de los empleados y en algunos casos, ni eso.
Pero reiteramos, quienes conocen el ejercicio público y tienen experiencia buscan alternativas para superar condiciones adversas, el detalle es que hoy día cualquiera puede llegar a un cargo de representación sin tener la más mínima idea de qué hacer una vez sentado en la silla.
Claro, diría usted, mejor un ciudadano que un político, que arrastra un costal de mañas porque, tampoco podemos negarlo, hay muchos delincuentes de cuello blanco disfrazados de “servidores públicos”.
Sin embargo, sí se requiere tener por lo menos una idea de la responsabilidad que se va a contraer, de lo contrario, el fracaso está asegurado.
Algo que no se puede lograr es adelgazar las nóminas municipales; en casi todas las comunas hay una sobre población de empleados, muchas personas que cobran sin hacer mayor cosa, duplicidad de funciones, como aquello de la secretaria de la secretaria, sobre todo en los despachos de los jefes.
Sólo en gasto corriente se va todo el dinero, para la inversión pública quedan puras migajas. Mientras esto no se corrija, los gobernados poco podemos esperar de nuestras autoridades más cercanas, que son las presidencias municipales.