Uno de éstos sin duda es el que desde hace más de tres años prevalece entre Tetela del Volcán y una de sus ayudantías, Hueyapan, por la disputa del uso del agua que ambas partes reclaman.
Uno más lo representa el conflicto de invasión de tierras en la reserva ecológica del Texcal; un espacio protegido desde la administración de Lauro Ortega Martínez, quien construyó el balneario, pero progresivamente invadido por grupos dirigidos por vivales que en ello basan su modus vivendi.
Qué decir del tema de los 13 pueblos que protagonizaron uno de los movimientos de protesta más interesantes durante esta administración antes del problema magisterial, y cuyas luchas se centraron en defensa de la tierra, el aire y el agua, es decir, contra el avance indiscriminado de construcciones que están acabando con las bondades y riquezas de la naturaleza.
A ellos, para poder calmarlos les prometieron restaurar algunas afectaciones, construirles redes de agua potable, alcantarillado y plantas de tratamiento. Que sepamos, nunca les cumplieron.
Y un poco más reciente, es el asunto de la ocupación de tierras en Alpuyeca por parte del movimiento Antorcha Campesina que maneja grupos de alta marginación como carnada para pedir al gobierno la entrega de lotes que luego son comercializados al mejor postor para poder seguir pidiendo sin fin.
Pero volvamos al tema de Hueyapan, donde los ánimos ya están muy caldeados. Los habitantes de esta comunidad vienen sufriendo el corte del suministro de agua potable por parte de la cabecera municipal que les corta las mangueras y les destruye cualquier infraestructura que edifican.
Ayer volvieron por enésima vez a Palacio de Gobierno para exigir ser atendidos. Se quejan de manipulación y engaño por parte de personajes de poca monta y tamaño como Guadalupe Ambrosio Gachuz, ex diputado local, funcionario de la Secretaría de Gobierno encargado de resolver estos temas, pero con elevados índices de incapacidad.
Miembros de la comisión de riego como Manuel Martínez Rosales o Gregorio Mariaca consideraron incluso que el único camino que les están dejando al no proceder contra los agresores, es el enfrentamiento físico, algo que debería evitarse.
Pero es la ausencia de vocación de servicio y de voluntad de quienes desde las instituciones incumplen con sus responsabilidades poniendo en riesgo la tranquilidad de las comunidades; si hay delitos, simplemente se debe aplicar la ley y punto.
En lo relacionado al Texcal, llevamos mucho más tiempo de promesas y discursos en el sentido de rescatar las áreas ocupadas porque no son para ser habitadas. Se habló de la construcción de una gran barda perimetral para por lo menos proteger lo que aún está libre. Pero ante la resistencia de los invasores, se ha dado marcha atrás. Esto simplemente demuestra debilidad.
Respecto a los 13 pueblos del sur del estado: todavía estaba Rafael Martínez Flores en la Subsecretaría de Gobierno; fue quien firmó un convenio con diversos pueblos, desde Xoxocotla hasta Santa Rosa 30, pasando por Tepetzingo. Se canceló la construcción de una unidad habitacional y se prometió una inversión cercana a los 80 millones de pesos para atacar deficiencias históricas en abastecimiento de agua potable, saneamiento y sistemas de riego. Aquello quedó a medias, porque era la presión popular la que obligaba a ello, y al venir a menos se hizo a un lado el compromiso.
Y en lo que corresponde a la ocupación de Antorcha en Alpuyeca, se sigue poniendo oídos sordos al rechazo del pueblo a que se asienten en espacios sin ninguna clase de servicios o urbanización a 300 familias que nadie sabe de su procedencia.
Aprovechando el cambio de ayudante, desde gobierno se viene dejando pasar el tiempo a fin de que los ocupantes generen más derechos para legalizar su situación ante el enojo de los lugareños.
Ésa es una práctica muy utilizada por las instancias públicas, pero riesgosa, porque empuja hacia el enfrentamiento. En el asunto que nos ocupa, el ya ex titular de la Subsecretaría de Gobierno, Rafael Martínez, defendía con todo a los antorchos, porque fue parte de la estrategia de llevarlos a este lugar.