Y no sólo nos referimos a los penosos sucesos ocurridos ayer, impulsados por los cabecillas del Nuevo Grupo Sindical que comanda Bulmaro Hernández Juárez y su familia. Hay más señales que muestran la misma intención, como eso de situar a la capital del estado como uno de los ayuntamientos cuyo edil está en riesgo de ser destituido por incumplimiento en pagos de laudos laborales vencidos.
Por muchos flancos se intenta colocarle la guillotina al cuello y sacarlo de en medio, para nada lo quieren ver como aspirante a la gubernatura en el 2018. Como también ocurre con el rector de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Alejandro Vera Jiménez, a quien también desde el gobierno estatal tratan de quitarlo de la jugada.
Pero lo que presenciamos ayer, muestra el grado de perversidad con el que se manejarán ciertos actores que tienen decisión y ejercen poder desde los primeros planes estatales, y que ante su impopularidad y fracaso en el ejercicio del mandato, buscan la destrucción de los contrarios.
No obstante, también apreciamos cierta inocencia política de los colaboradores y asesores de Blanco Bravo, porque haberle abierto la puerta al NGS para que colaborara en la recolección de la basura fue el error más grande del mundo, simplemente metieron al enemigo en la casa y éste ha comenzado a cumplir con las indicaciones que desde otras trincheras le vienen dando.
Porque fueron sus células y grupos de choque quienes desarrollaron el trabajo sucio, al ir a provocar a los elementos de seguridad para que los golpearan, además de depositar desechos sólidos en torno a la presidencia municipal y el Museo de la Ciudad, donde se desarrollaba la sesión para la instalación del Comité de Planeación para el Desarrollo Municipal (Coplademun).
Pero ¿qué acaso la gente de Cuauhtémoc nunca tomó nota del papel que ha venido desempeñando el NGS? Durante los tres años de ejercicio de Jorge Morales Barud como edil eran uno de los grupos de choque que utilizó la administración estatal para desacreditar su gobierno.
Sobre todo, durante los casi tres años que fungió como secretario de gobierno el fracasado candidato perredista a la comuna Jorge Messeguer Guillén, fue la mano que mecía la cuna para hacerle la vida imposible al entonces alcalde.
Bueno, ¿no son acaso los que mantienen el Centro Histórico inundado de ambulantes con el apoyo del gobierno del estado? Los indicios van a que continúan manteniendo relación directa con figuras del régimen central y desde ahí le seguirán haciendo la vida imposible.
Claro, como que en su oportunidad, a partir de que Blanco ganó la comuna, las cabezas del NGS simularon un rompimiento con las figuras de Palacio, pero sólo fue eso, seguramente porque ya llevaban la estrategia de infiltrarse en la nueva administración municipal para, desde ahí pegar con todo.
Quienes conocemos un poco de los antecedentes descritos, nos vimos sorprendidos, cuando en el evento donde el edil partió la rosca de reyes, Hernández Juárez apareció a su lado. A decir verdad no podíamos entender cómo había logrado meterse de esa manera, aunque el pretexto era que uno de los sindicatos es filial del NGS. De todos modos, a los enemigos hay que mantenerlos a distancia.
La queja es que les deben 60 millones de pesos por recolección y confinamiento de la basura, pero ellos apenas acaban de integrarse en la prestación del servicio de limpia, no llevan ni el mes, así que la deuda sería en todo caso, con los componentes de la empresa que mantiene aún el contrato, el Sistema Integral de Recolección de Cuernavaca (SIREC), bajo la responsabilidad de Daniel Miranda.
El caso es que desde las primeras horas, los tráilers de la basura fueron colocados en torno al Ayuntamiento y el Museo de la Ciudad, bloqueando el tránsito vehicular, pero ya estaban preparados con los desechos dentro para actuar en el momento más oportuno.
Sabían perfectamente que en el museo se llevaría a cabo la reunión del Coplademun a la que asistiría Cuauhtémoc y cuando el evento había comenzado, los rijosos, por instrucciones de Bulmaro y achichincles, iniciaron el desorden, aventando bolsas de basura contra las rejas de la entrada principal hasta impedir el acceso, de tal manera que sólo quedaba una salida lateral del edificio y trataron igualmente de bloquearla.
Para ese entonces, decenas de elementos policiacos colocaron barreras para contener a los supuestos empleados del grupo que se apostaban en ese espacio, sin embargo muchos lograron quedarse en medio y cuando Blanco Bravo salió, se le fueron encima. La encomienda era agredirlo físicamente y dañar su vehículo.
Le lanzaron toda clase de objetos, pero la barrera de policías y elementos del Ejército, absorbieron la mayor andanada de golpes, logrando finalmente sacar al presidente municipal del área caliente. Cínicamente Hernández Juárez estaba cómodamente sentado en la tercera fila del evento, pero sus operadores andaban dando las instrucciones a la gente.
Cuando Blanco empezó a ver que las cosas se ponían feas, hizo un paréntesis en el curso de la sesión para comentar el hecho, destacando que nadie lo iba a defender. Claro, en referencia a quienes -consideraba- le habían preparado el desaguisado. La respuesta fue un caluroso aplauso de la concurrencia.
Al final se quejaron de agresiones, pero fueron ellos los que buscaron que así sucediera, para darle mayor espectacularidad a la rebatinga ante la presencia de los medios informativos. Finalmente ése es el propósito, empañar su figura e ir acreditando que el señor no podrá con el paquete.
Y no descarte usted que desde enfrente se capitalice lo de ayer pagando espacios sobresalientes en medios informativos nacionales, a fin de que los golpes sean más certeros y efectivos. Ya conocemos la mecánica que se suele usar en circunstancias como ésta.