Claro, en buena medida, los legisladores que subieron a tribuna mostraron un discurso complaciente, porque el recinto estaba repleto de líderes del gremio y de trabajadores del volante, de tal manera que había que aprovechar para cosechar algunos aplausos, no siempre es así, por el contrario en la mayoría de las ocasiones los movimientos van en contra de ciertas decisiones legislativas.
Por los motivos que sean, el caso es que casi por unanimidad, los coordinadores de las fracciones parlamentarias asumieron el compromiso de no aprobar los incrementos, que de acuerdo a lo que dijo el líder de la bancada tricolor Alberto Martínez, venía con una propuesta de incremento desproporcionado. José Manuel Tablas habló de un 2000%, ¿en verdad será tanto?, si es así, había que evitar esa desproporcionalidad.
Pero nos parece que debido a las circunstancias y la presencia de empresarios del ramo, los diputados se condujeron algo erráticos; es decir ponderaron la labor del servicio que prestan, los esfuerzos que hacen diariamente a fin de mantener en pie sus unidades y que lo menos que necesitan hoy día es tener que pagar más impuestos. Sin embargo, también debieron hacer hincapié en que esta acción, tendría que ser compensada con compromisos frente a los usuarios y muy en particular a sus propios trabajadores.
Todos sabemos que los choferes que laboran en el sistema de transporte público, adolecen de todo tipo de prestaciones y seguridad laboral. Ellos saben que cualquier error los puede llevar a quedarse sin empleo y no tienen la mínima posibilidad de reclamar alguna liquidación, así lleven ahí cinco o diez años conduciendo una unidad.
Sí, de acuerdo, había que impedir pagos de derechos exagerados, porque indudablemente llevarían a que los concesionarios buscaran emparejarse pidiendo un incremento a las tarifas y eso pues va directamente en contra de los bolsillos de los usuarios. No obstante, ellos están obligados a algunos compromisos, el primero, posponer por tiempo indefinido alguna exigencia de nuevas tarifas.
Dos, buscar de manera gradual –a veces no es posible de un sopetón- ir mejorando la calidad del servicio y sobre todo sustituyendo aquellos automotores viejos, que ya son demasiados, por vehículos más actuales y seguir con la capacitación del personal. Además de lo que decíamos, comenzar a dar cumplimiento a los derechos laborales de sus empleados.
Tanto ruteros como taxistas laboran en función de una cuenta diaria a entregar, claro, en el caso de los colectivos, incluso dependiendo del derrotero que tienen, deben reunir entre 800 y mil 200 pesos diarios para entregarlos al patrón al final del día.
En el caso de los taxis es menos, pudieran ser 200 o 300 pesos por día, pero para poder juntarlos, tienen que salir a las 6 de la mañana y regresar a casa como a las 10 u 11 de la noche y aún así nada garantiza que se lleven un buen dinero a su hogar, por lo que platican algunos, muchas veces hasta tienen que sacar del bolsillo para completar las cuentas.
Entonces, observamos ayer ese desequilibrio en la posición de los representantes populares que ofrecieron su postura ante tribuna, no quisieron ir más a fondo y sólo buscaron complacer a la concurrencia, que iba por sus objetivos concretos.
A pesar de que hace buen rato el costo de la tarifa mínima no se ha movido, sigue siendo una de las más caras, comparativamente con otras ciudades de estados de la república. Hay entidades donde al usuario se le ofrecen comodidades como aire acondicionado, que aquí sería indispensable, autos nuevos o semi nuevos, modernos o hasta con pantallas para distracción en tramos largos y bueno, seguramente eso justifica cobrar algo más, pero en nuestro caso se paga bien y hay que soportar muchas inclemencias y políticas de servicio no pensadas en la gente.
Algo que dos o tres legisladores advirtieron, es que tampoco están a favor de la puesta en marcha del Morebús, que es otro asunto que ha generado conflicto entre los empresarios del rubro, porque sostienen que va en contra de sus intereses, que en algunas rutas los estarían desplazando e igual y tienen razón.
Por sus dimensiones, esos autobuses sólo cubrirían derroteros específicos, donde la vialidad es más amplia, como en lo que toca a la avenida Morelos, Plan de Ayala o Cuauhnáhuac, pero es aquí donde se concentra el negocio más grande en lo que toca al servicio en referencia, las vías secundarias no tienen tanta demanda, no ofrecen mucho pasajero, de ahí que ciertos líderes no compartan tal idea.
Se presentó en general un panorama difícil para los transportistas, es decir que los ingresos apenas si son suficientes para mantenerse en pie, igual y es exagerado, como quiera que sea, es negocio para ellos, de otra manera ya lo habrían dejado.
Y además, quienes surgieron como dueños de una concesión a partir de aquella conversión que hizo Lauro Ortega Martínez como gobernador, de eliminar los viejos autobuses del pulpo camionero por rutas, al paso de los años se convirtieron en magnates. Hay líderes que concentran hasta 20 permisos, son monopolios que muestran que sí es rentable el asunto.
También es cierto que no a todos les va igual de bien, hay quienes viven al día, porque en la distribución de derroteros, les tocó prestar el servicio donde no hay mucho usuarios, acaso en determinadas horas del día, pero a otros claro que les resulta bondadoso y de alto rendimiento. Algo más, casi todos los que tienen colectivas, poseen igualmente taxis, manejan flotillas y cada vez que se liberan concesiones, son beneficiados.