En una exposición a medios informativos a través de la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos (CMMC), representantes ejidales describieron documentalmente, el derecho que les asiste para reclamar la administración del inmueble.
Y es que como suele ocurrir frecuentemente, las expropiaciones no son pagadas y parece ser el caso que nos ocupa, su ejido que originalmente se componía de cerca de 900 hectáreas, ha sufrido sendos desprendimientos en una extensión calculada de 400 hectáreas, para dar paso a la construcción del Instituto Tecnológico, de la instalación del ingenio azucarero, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el espacio del estadio.
A pesar de que en su oportunidad en el régimen del presidente Carlos Salinas de Gortari se acordó entregar una indemnización de 902 millones de pesos, como parte de los pasivos al respecto, nunca se concretó y hoy los afectados recurrieron al amparo para hacer valer sus derechos.
Pero en lo referente al estadio de futbol, se recordó que su edificación original fue con fondos aportados por la cooperativa del ingenio en donde convergen ejidatarios, obreros y empleados. Es decir, que las instalaciones deportivas son suyas y por lo tanto vienen, por la vía legal, a exigir su reincorporación.
Documentalmente parece que no hay nada que reclamar, es decir que efectivamente forma parte de los bienes de la cooperativa y que en mal momento se ha intentado ser utilizado por entes a los que no les corresponde, en este caso la administración pública.
Por todo lo que se pudo escuchar en dicha exposición, se antoja que este será un conflicto bastante complicado porque se habrían invertido ahí, para su recuperación, alrededor de 500 millones de pesos y sobre ello los campesinos advierten que fue en tierra ajena.
Para tal efecto, hubo todo un proceso, aunque parece que nunca se tomó en cuenta a la parte más afectada: la cooperativa. El 2 de mayo del 2013 el entonces presidente municipal Abdón Toledo Hernández y su Cabildo aprobaron la realización de la obra e incluso la comuna concedió los permisos correspondientes, pero eso los ejidatarios no lo validaron.
Ellos refieren que se aprovechó el momento en que el comisariado ejidal en turno terminaba su periodo y tomaba el cargo Narciso Hernández Cuevas, quienes nunca levantaron la voz para que se les tomara en cuenta o consultara sobre el caso. Pero advierten algunas otras inconsistencias, como aquello de que se habla de un fideicomiso, pero que el Congreso local nunca lo ha aprobado, por lo tanto ahí existe otra laguna legal a superar.
En concreto, el amparo lleva el objetivo de obligar a las instancias competentes a cubrir el cien por ciento de la indemnización por las 400 hectáreas, objeto de expropiación. Luego irán por el control en el uso del “Coruco” y finalmente pedirán un corte de caja de los ingresos y egresos obtenidos durante el tiempo en uso, porque como cooperativa, tienen el derecho de recibir parte de las ganancias.
Es decir, es todo un paquete que muestra una gran complejidad porque vamos a ver que tantas posibilidades tienen de hacer prosperar estos reclamos en relación a un tema que está en la opinión pública en estos momentos, también por ser parte del destino del préstamo concedido a gobierno por dos mil 806 millones de pesos y ahora sucede que los cooperativistas van por él.
Otro argumento de los inconformes va en el sentido de que la cabecera municipal de Zacatepec no ha recibido los beneficios que se esperaban u ofrecían, porque aún en la venta de productos diversos durante los encuentros de futbol, el control total es de la administración del inmueble y sólo se ofrece una comisión a los vendedores, la cual no es significativa.
Hay pues un problema en todo lo anterior, porque los pronósticos respecto al éxito del proyecto deportivo tampoco han resultado. Aquello de llevarlo a primera división para revivir los tiempos de bonanza y prosperidad, derivados de ello, parece ir esfumándose.
La asistencia promedio por evento es de unas tres mil 500 personas, muy lejos de su capacidad de 24 mil butacas y los ingresos tampoco son los necesarios para alimentar a un equipo, que debido a lo anterior, muestra deficiencias en su desempeño.
O sea el nivel de futbol que se ofrece a la concurrencia no permite incrementar el número de aficionados y aquello se transforma en un círculo vicioso. Con una baja rentabilidad no es posible pensar en cosas mayores y no se ve cómo pueda cumplirse el sueño del ascenso, más bien habría que cuidarse del descenso, como lo advierten algunos analistas al respecto.
Desde que el equipo Cruz Azul Hidalgo, cuya franquicia fue obtenida a fin de que viniera a jugar en el “Coruco” como cañeros de Zacatepec arrancó, se destinaban cientos de boletos para cortesías, esta temporada se suspendieron, porque se argumentó que la directiva del equipo consideró que ello les generaba descenso en ingresos y no sacaban ni para la nómina.
La realidad es que parece haber sido una mala determinación porque esas cortesías eran consumidores activos, ya que de cualquier manera dejaban lana en la compra de una cerveza que ahí cuesta 50 pesos o un refresco que vale 25. La cosa es que no han podido despertar el interés de la afición, porque sólo ganan uno de cuatro partidos como locales y los que van quieren ver ganar a sus cañeros.
Por lo pronto, la batalla legal por el control del estadio se encuentra en cancha de los tribunales federales, pero con todas esas pruebas documentales no vemos cómo se les pueda ganar a los campesinos, parecieran tener la sartén por el mango en todos los sentidos.