El funcionario, quien se hizo acompañar del comisionado de seguridad pública Jesús Alberto Capella Ibarra y del consejero jurídico Juan Salazar Núñez, ofreció una rueda de prensa que originalmente estaba programada para desarrollarse en palacio, sin embargo debió ser diferida en horario y lugar, porque estudiantes de la normal de Amilcingo bloquearon los accesos al edificio pasadas las siete de la mañana, en demanda de diversas necesidades.
El mensaje fue muy concreto, Quiroz Medina recordó que en la controversia constitucional 29/2010, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sostiene que al tratarse de casos de fuerza mayor o delicadeza extrema, los gobernadores pueden sustituir los mandos locales, sin violentar la autonomía municipal.
Pero en el caso que nos ocupa, la apreciación es que independientemente del elevado índice de delincuencia que priva en ese territorio, la decisión tiene que ver con la actitud de rebeldía del edil a aceptar el Mando Único. Rodríguez González llegó a mostrar una actitud retadora ante las instituciones estatales, cosa que traía molestos a muchos funcionarios en Palacio de Gobierno.
Había que dar un manotazo en la mesa, mostrar un acto de autoridad, antes que otros ayuntamientos comenzaran a secundar esas acciones, porque ya había señales de más ediles en ese sentido. Pero de paso, será oportuno para ver cómo anda la situación en lo que corresponde al comportamiento de la corporación local, la fuerte presencia de grupos de delincuencia organizada hace sospechar de complicidades en la materia.
Es seguro que la idea es ir sobre la depuración para poder elevar el nivel de combate en toda esta parte de Morelos, considerado por la Federación y el Estado como un “foco rojo” en materia de inseguridad, de ahí que se incluyeran cuatro alcaldías estatales en el operativo “Tierra Caliente”.
Curiosamente Tlaquiltenango ni Tlaltizapán aparece entre ellos, eso es lo raro, porque que han mostrado mayor índice delictivo en los últimos meses. Es decir, si de sanear los cuerpos policiacos municipales se tratara, el decreto debería incluir a más de la mitad de las comunas en la entidad, de acuerdo a la Secretaría de Gobernación, el 75% de las alcaldías en el país están penetradas por la delincuencia, por eso afirmamos que no es esa la razón, más bien la posición inadmisible del alcalde.
Rodríguez González perdió la visión política, en el ejercicio del poder público hay niveles, él se encuentra en el más bajo de la cadena, es un error pretender rebelarse a las políticas del Estado o de la Federación. Es una amarga experiencia, pero ante la cual no puede hacer nada, porque simplemente lo inmovilizan.
Se tiene en todo momento que actuar con inteligencia y sobre todo respeto y como que el hombre perdió piso y consciencia, basándose en la autonomía municipal, previsto en la Constitución, pero que puede ser anulado, como en este caso, que en efecto, como dijera el secretario de gobierno, es algo que genera precedentes, no recordamos algo similar en Morelos.
Ganarle la batalla al crimen no es algo sencillo, se necesita, además del acompañamiento ciudadano, un esfuerzo entre los tres niveles de gobierno, de otra manera son palos de ciego, que le facilitan la tarea a los mañosos, que en efecto, pululan por todas partes y a todas horas.
Sólo hay que ver lo que está pasando, no en el Estado, en todo el país, la fuerza armada del gobierno no ha logrado apaciguar a la bestia, ésta continúa dando coletazos por todas partes, aunque en efecto y no obstante versiones en contrario, sí hay una disminución gradual en la tendencia del delito y en nuestro territorio lo vemos claro.
Desde luego que subsisten delitos de toda naturaleza, producto de las desigualdades sociales y el insuficiente ingreso de muchas familias, sin embargo, no es el mismo escenario que nos tocó vivir hace cerca de tres años, la cosa estaba terrible, colgados, decapitados, ejecutados y tirados en la autopista, es decir, cosas nunca antes experimentadas.
Ahora, los casos no son ni en número o frecuencia los de aquellas épocas y debemos admitirlo, queda ahí el último gran caso: la desaparición de los 42 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en Guerrero, pero junto con Tlatlaya, en el Estado de México, son hechos aislados, a pesar de que generen repercusiones en la mayor parte de la república. En concreto, se empieza a ver que se recupera la calma, pero muy lentamente, eso sí, no al ritmo que como ciudadanos quisiéramos.
El trabajo coordinado en la materia, de parte de los municipios, Estado y gobierno federal ha obligado a gavillas de maleantes andar de nómadas, es decir de un lado para otro, a fin de no ser capturados. Sí se han desmantelado muchas bandas, aunque quedan muchas otras en activo, pero se viene reduciendo el fenómeno.
Y regresando al caso Tlaquiltenango, recordemos que el presidente municipal comenzó a rechazar la presencia del Mando Único a partir de que detuvieron a un familiar suyo y no por andar haciendo el bien. Entonces partimos del hecho de que todo surgió de un conflicto de intereses y tampoco se debe proceder de esa manera, la ley tiene que aplicarse a propios y extraños o simplemente se quebranta el estado de derecho, pero Rodríguez aplicó aquello de que “a los amigos, el beneficio de la ley, a los enemigos, todo el peso de la ley, sólo que los tiempos han cambiado y un alcalde rinde cuentas hacia arriba y con la pluralidad y alternancia puede no haber padrinos cerca.