Las pérdidas en inversión y empleo son significativas a partir del 2009, no sólo se trata de algunos negocios y empresas que se vieron obligadas a salir del estado por problemas en la materia, la inversión se estancó y por momentos, la planta productiva retrocedió.
Las instituciones competentes no han logrado eliminar el fenómeno, aunque los índices ofrecen cierta tendencia a la baja, más aún, se focalizan los espacios con mayor conflicto, la sur es una de ellas, por su cercanía con el estado de Guerrero, más allá de cifras poco confiables de la Fiscalía General de Justicia o la Comisión Estatal de Justicia, sí se aprecia mayor control. Sin embargo, la semilla de la delincuencia ahí está, los grupos criminales siguen casi intactos, pareciera que sólo están concediendo una tregua que puede romperse en cualquier momento.
Es muy difícil calcular el costo que la entidad ha tenido que pagar por el terrible descuido que por años se tuvo al respecto, porque queda claro que a partir del año 2000, con el arribo del panismo al gobierno de Morelos y a la presidencia de la República, florecieron los cárteles de la droga sin límites.
Todos sabemos que la maña ha estado en México desde hace décadas, hay personajes casi legendarios que hará 20 o 30 años ya cobraban fuerte presencia, sobre todo en la zona norte del país: Sonora, Tamaulipas y algunos municipios de Chihuahua.
Rafael Caro Quintero y Joaquín, el “Chapo” Guzmán, fueron algunos de los que incursionaron en esos negocios ilegales desde hace bastante tiempo, por la década de los 70's ya se hablaba de grupos poderosos en ciertas partes de la República, pero como que en el centro del país la situación estaba menos contaminada.
Pero también existe a nivel popular una verdad que subsiste hasta nuestros días, se presume esos grupos del crimen tenían acuerdos con las autoridades desde el más alto nivel, se manejaban con un código de ética y los grandes capos tenían absoluta autoridad sobre sus estructuras.
Con la llegada de la alternancia, las cosas cambiaron, los pactos se rompieron y los distintos cárteles aprovecharon el vacío en esa materia para tratar de apoderarse de la mayor parte del mercado. La administración de Vicente Fox Quesada como que dejó correr las cosas, incluso se llegó a afirmar que antes de que concluyera su mandato en el 2006, dejó escapar al “Chapo”, es decir, que nado de a muertito mientras los maleantes hacían de las suyas.
Cuando asume el mando Felipe Calderón Hinojosa, inició un combate frontal, pero sin estrategia, y el resultado fue la multiplicación del fenómeno. Se cortaron algunas cabezas, pero el cuerpo se dividió en varias partes y al paso de los meses, ya no eran dos o tres grupos fuertes, sino muchos pequeños, pero diseminados por todas partes.
Se fue sin lograr disminuir el índice delincuencial, no es posible cuantificar el número de víctimas en esos seis años, oficialmente se dijo que eran unas 70 mil, fue otras fuentes estiman que debieron ser más de 150 mil, de todos modos siguen siendo muchas.
Pero además, esa lucha sin mucha inteligencia obligó a las bandas a modificar sus métodos de lucha y de defensa. Desde el exterior, comenzaron a venderles armas mucho más poderosas que las que utilizan nuestros cuerpos armados, lo mismo ocurrió en lo referente a sistemas de comunicación, disponen de equipos de primera línea.
Con todo eso, lograron enfrentar las embestidas del estado y ya con la llegada de Enrique Peña Nieto se hicieron algunas modificaciones al plan de lucha, se dejó de enfrentarlos y se optó por el ataque más certero, centralizando la mayor fuerza y presencia de efectivos en aquellas zonas con mayor incidencia delictiva.
Las cosas han mejorado muy lentamente, pero todavía hay señales de vida de muchos personajes del bajo mundo en estados específicos. Morelos no ha logrado sacudirse esa pesada carga, pero la verdad es que el costo que como sociedad han pagado la entidad es muy alto.
El turismo se redujo dramáticamente, dejamos de ver los grupos de visitantes europeos, canadienses, estadunidenses y centroamericanos, por eso llamó la atención que ayer, en el primer cuadro de la ciudad aparecieran rostros procedentes de países cercanos, más aún, como que algunos de ellos eran europeos, y eso alienta, porque significa que se comienza a percibir mayor tranquilidad y confianza.
Ello lleva a estimar que el 2015 vendrá ya con otra dinámica, que no obstante la costosa inversión que se ha dado sin mayores resultados, las aguas parecen tomar su nivel, la esperanza es que descienda la actividad delictiva y recuperemos el dinamismo y el nivel de crecimiento que caracterizó a Morelos hace más de dos décadas.
Porque administraciones como la de Lauro Ortega Martínez, hasta se presumía a nuestro territorio como un lugar de mayores oportunidades que buena parte de los estados de la federación, el delito era simbólico, se aseguraba que el consumo de droga era imperceptible y que éramos un territorio de paso de cargamentos dirigidos al Distrito Federal, desde Guerrero, que ya entonces pintaba mal.
Pero de una década a la fecha, las cosas cambiaron totalmente, el estado empezó a ser rentable en la comercialización de estupefacientes y con ello también aparecieron los delitos de alto impacto, las ejecuciones, los secuestros que tomaron fuerza hasta convertirse en un lastre que pegó duro al desarrollo local, debilitando peligrosamente las estructuras sociales y los valores en las nuevas generaciones.
Radiografia del Poder
Sector social-empresarial
Los costos de la violencia
Estamos concluyendo uno de los años más difíciles en materia de desarrollo económico y de economía popular, el factor que más impacto en ello fue sin duda, la delincuencia, ya se han dado a conocer algunas cifras de escandalosas cantidades que empresarios y productores de aguacate del estado de Michoacán debieron cubrir a grupos de la delincuencia organizada, aquí en la entidad las cosas no han sido tan distintas.
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