Lo curioso es que la autorización a favor del permisionario José Refugio Bobadilla se la otorgan antes de que él lo solicitara, aspecto que muestra el desaseo con el que se vienen haciendo las cosas. Es decir, con fecha 16 de diciembre del año pasado, el antes mencionado, en su calidad de presidente de la Unión de Permisionarios “Emiliano Zapata” de Tetelcinco en Cuautla, le hace llegar la solicitud de ampliación de derrotero al entonces secretario Gómez Basilio, pero éste ya la había aprobado el 18 de noviembre anterior.
Sí, con esa fecha, y en el oficio SGG/DGT/SDP se le informa que le es permitido ofrecer el servicio del transporte en el mismo derrotero que la ruta 3 y 3ª. Y ya sabrá usted la reacción de Germán Rojas Galindo, presidente de las líneas antes señaladas.
Por otro lado en la misma secretaría se confirmó que la dirección general será ocupada por Francisco Maldonado Huete, quien cuenta con estudios de Ingeniería Mecánica Automotriz y con un curso de desarrollo de habilidades para trabajo bajo presión, además de su desmepeño en el gobierno estatal a lo largo del sexenio anterior.
PENAL, EL CONTROL ES “ROJO”
Y en otro orden de ideas, la actual administración parece haber dejado el control del penal de Atlacholoaya en manos del grupo delictivo conocido como “Los Rojos”, los testimonios de algunos custodios revelan que a partir del 2013 asumieron el poder interno, sometiendo a otras organizaciones criminales que tenían el mando.
Pero de acuerdo a esas referencias, prácticamente todas las estructuras están sometidas. Es decir ,se incluyen a las autoridades civiles, los diferentes mandos y desde luego a los famosos celadores, quienes están al servicio del grupo que heredó el poder interno.
Bueno, uno de los informantes decía: “anteriormente, nosotros no sabíamos como metían el alcohol y la droga, se hacía con mucho cuidado, hoy los propios jefes la introducen hasta el área de descarga de mercancías, en las camionetas cerradas donde transportan a los reos cuando vienen a declarar a los juzgados en Cuernavaca”.
Y mencionaron algo interesante, “en el pasado, hubo jefes que se cotizaron muy bien, exigían a las organizaciones criminales internas cantidades bastante fuertes por permitirles operar, hoy es diferente, sabemos que les dan cualquier cosa, porque las autoridades que han llegado desconocen los alcances del mercado interno”.
Y uno de ellos recordó un caso en particular, “hace unos ocho años, por azares del destino me tocó escuchar la negociación que el entonces director del penal hizo con la coca cola, le pidió dos millones de pesos mensuales por entregarle el mercado interno, fue aceptado, pero aquel funcionario ya tenía idea del tamaño del negocio”.
Claro, ellos mismos admitieron que la complicidad es total, porque destacaron que “para que vamos a negarlo, todos los custodios hemos recibido alguna vez algo de lo que esos poderosos personajes del mundo del delito ofrecen, sin embargo, hay niveles”.
Y luego destacaron que “por el mes de septiembre del año pasado, uno de nuestros compañeros fue ascendido al área de supervisión, vivía de manera modesta, traía una camioneta Nissan modelo 1985, es decir, muy acabada. Hoy, porta una unidad bronco de lujo y sostenemos que no es producto de su salario”.
Consideran que ya se viene actuando con mucho descaro, “todos los que trabajamos ahí nos enteramos de lo que ocurre, no hay secretos y pareciera que tampoco les interesa ocultarlo porque se han venido perdiendo las formas, los pobres internos son los que pagan las consecuencias”.
Más adelante indicaron que “todos tienen que entrarle con los del autogobierno, han impuesto una especie de cuota semanal, de acuerdo al tamaño es la pedrada, pero la mínima es de 500 pesos sólo para dejarlos vivir en paz, pero hay quienes deben pagar hasta 15 (mil) o 20 mil pesos para no hacer talacha, que es la labor más degradante y sucia que se desarrolla en los centros penitenciarios por el grado de suciedad que hay”.
Y según ellos, “la bolsa que con la inclusión de diversos rubros es de muy buen tamaño mensualmente, es distribuida y alcanza niveles insospechados, hablamos de figuras externas al penal, que se estarían llevando algo así como el 50 por ciento de todo lo reunido”. El mercado interno no es nada despreciable, la población en el reclusorio de Atlacholoaya es cercana a dos mil 600 reos, incluyendo a la sección de mujeres”.