Y es que para poder valorar sensatamente el asunto Morelos, debemos ver también qué está pasando en las alturas, porque necesariamente una mejora y una complicación a nivel país tendrá sus repercusiones en lo local, de ahí que el análisis tiene que ser al parejo y de la mano.
En la entidad, eso habrá que reconocerlo, hay algunos cambios, que sin embargo chocan con la percepción social, es decir sí sentimos que la incidencia del delito ha bajado en determinados aspectos, por ejemplo en lo relacionado a las ejecuciones, hace unos dos años, el promedio de asesinatos derivados del crimen organizado era de unas seis u ocho víctimas diarias, muchas veces ocupamos el primer lugar nacional en ese sentido, hoy son menos, sin embargo, se multiplicó el secuestro.
Pero la sociedad no ha modificado su visión, cualquier encuesta lleva a un resultado negativo en ese sentido, o sea para las familias morelenses estamos tan mal como antes, cuestión de percepción, lo que ya decíamos. Ahora bien, cierto, tan malo es el asesinato como el secuestro, pero ¿cuál es más delicado?, sentimos que la muerte de cualquier persona, finalmente así sea mediante el pago del rescate, muchos logran salvar el cuero en el plagio, entonces ya por lo menos se logró algo.
Puede ser que a cuentagotas, pero como que la situación tiende a mejorar ligeramente y entonces es cuestión de seguir apretando, sobre todo para tratar de modificar la visión colectiva, que sigue siendo de condena al Gobierno, bajo el entendido de que no se ha hecho nada trascendente. Lo más valioso, es que por lo menos no se ha agravado el problema, eso ya es ganancia, pero reiteramos, hay ciertas señales positivas. Ahora bien, ¿qué pasa en el contexto nacional?, las cosas en materia de percepción son muy similares con lo que acontece en la entidad.
Es decir la población continúa insistiendo en que seguimos igual o peor que antes, pero veamos el fondo de lo que pasa territorialmente, vemos del mismo modo alguna inercia que va venciendo a los grupos criminales, así sea mediante el pacto o el acuerdo con algunos cabecillas de la delincuencia. Hoy se viene centrando toda la atención en lo que ocurre en la zona sur de Michoacán, lo que desde fuera se señala como tierra caliente, porque en efecto, el clima de confrontación de todos contra todos –autodefensas, sicarios, gobierno- alcanza los más altos índices, pero como quiera que sea, la atención está centralizada en aquel estado.
Si volteamos un poco hacia atrás, aceptaremos que también hará cosa de dos años, eran muchos michoacanos, Guerrero, concretamente Acapulco, estaba casi rebasado por la narcodelincuencia; Nuevo León, con asesinatos múltiples todos los días y en Monterrey, Guadalajara, Tamaulipas, Sonora, Sinaloa y el propio Michoacán. Fácil, más de una docena de entidades federativas pasaron simultáneamente por el conflicto casi similar al de la tierra purépecha. Reiteramos, no creemos que la baja en la intensidad de los hechos de alto impacto del delito en todos esos estados sea producto de la eliminación de la delincuencia organizada, pensamos que hubo arreglos, sin embargo y como dijera el ex presidente Felipe Calderón “haiga sido como haiga sido”, más o menos se recuperó la paz y eso lo esperamos de todo corazón, tiene que darse al mediano plazo en tierra Caliente, Michoacán.
Hasta donde vamos, ya parece que en efecto tienen cercados a los Caballeros Templarios, se aprecia que más que ir a combatirlos directamente, se trabaja en la estrangulación financiera, les vienen achicando el círculo de acción y solitos van a reventar. Si ese es el camino, será cuestión de dos o tres semanas para que se logre disminuirles la capacidad de maniobra y de reacción. Ahora bien, las autoridades de nuestro estado en efecto deben cuidar mucho los límites con nuestros vecinos, en especial Guerrero, porque el “efecto cucaracha” pudiera obligar a esos criminales a buscar acomodo en otros lados, entre ellos esta entidad y entonces comenzarían de nuevo las inconveniencias.
Pero volvemos a lo mismo, el régimen estatal debe comenzar a manejar una estrategia de comunicación a fin de que la sociedad en general empiece a admitir que sí hay algunas mejoras, que a nivel de ejecutados, colgados, descuartizados, que eran la comidilla de todos los días hasta antes del inicio de la presente administración, ya no se ven, la cosa cambió, pero la ciudadanía sigue considerando que no y finalmente la opinión que cuenta es la de ella. No podemos perder la esperanza, personalmente y luego de estas reflexiones consideramos que sí es posible ir dándole la vuelta a esta página negra, la que venimos padeciendo hace por lo menos seis años y que representa un duro golpe a la economía nacional porque inhibe la inversión y por ende el desarrollo y la creación de nuevas oportunidades de trabajo.
El equivocado proyecto de combate de Calderón pareciera haber complicado más las cosas, ahora se ve que el mecanismo no es ir a enfrentar directamente a los delincuentes, para evitar bajas en las fuerzas armadas, se les viene capturando y en situaciones muy particulares como Michoacán, asfixiándolos para que mueran por inanición, habrá que esperar un poco más para ver si los resultados son los deseados. Eso sí, este año tendrá que verse el derrame de inversiones en obras de todos los niveles y tamaños para contrarrestar la desocupación y alentar la economía familiar.