A estas alturas y con tanto agravio sembrado están solos y a merced de la autoridad, que de un momento a otro deberá recurrir a la fuerza pública para levantarlos si no lo hacen por sí solos en unas horas más.
El resto de los concesionarios, los regulares, llámense taxistas, ruteros o camioneros prácticamente dieron un ultimátum ayer a las instancias competentes: no se volverán a sentar a dialogar una vez más mientras el plantón de rebeldes siga adelante.
Lo menos que se dijo de René y de Víctor es que son unos vividores, explotadores de inocentes y arbitrarios que han venido sembrando el caos a través de falsas esperanzas en una concesión, porque la decisión está tomada, no habrá un solo permiso y menos por la vía del chantaje, eso dijo el subsecretario de Gobierno, Javier Bolaños Aguilar.
Tras un largo encuentro de análisis del conflicto y de búsqueda de soluciones, los empresarios del ramo fueron muy contundentes: no debe haber mañana para quienes infrinjan la ley y los antes aludidos están en ese caso.
Esta vez se vino toda la cargada, había líderes gremiales de todas las regiones del estado, sin faltar, desde luego, los de la capital y el área conurbada; su molestia era evidente, consideran que las instancias competentes han sido exageradamente tolerantes y esto lo único que genera es que multipliquen las irregularidades, por eso mantuvieron su postura indeclinable a favor de la intervención policíaca como medida de solución.
Y como referíamos al principio de estos comentarios, si en algún momento, tanto Jiménez Aquino como Víctor Mata tuvieron algún apoyo, más allá de sus engañados seguidores en busca de un permiso, lo han perdido por entrar en la sinrazón.
Es lamentable decirlo, pero los comerciantes, los automovilistas, los transeúntes y seguramente hasta quienes vienen de visita a esta ciudad aplaudirán la aplicación de la fuerza para echar del centro a los manifestantes.
Esto es así, porque ya han sido vencidos en tribunales, se les dio la oportunidad de demostrar que tenían derecho de obtener una concesión formal ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo (TCA) y nunca pudieron sustentarlo, así que a partir de esa notificación lo único que había que hacer es aceptar que no les asiste la razón a irse a casa.
No ha sido así, por el contrario, vienen convocando al mayor número de interesados que pueden para advertir a la misma autoridad que no se moverán hasta que les den respuesta favorable.
Pero han llegado al límite, aquí sostenemos que si en unas horas no se retiran, vendrá la fuerza, porque los mismos permisionarios están obligando al Gobierno a actuar, no le concedieron más mañana.
Las pérdidas económicas que han ocasionado a quienes cuentan con algún negocio en el Centro Histórico de Cuernavaca son incalculables; pero más que eso, son decenas de miles de morelenses agredidos en sus intereses por el lado que se le intente ver.
Muy molesto resulta para quienes usamos el servicio del transporte público tener que bajarnos un kilómetro antes de nuestro destino o aguantar media hora más de tiempo por las vueltas que hay que dar en el recorrido al paso por el zócalo, sólo porque algunos personajes quieren legalizar más de 350 permisos que ya vienen cobrando a un mismo número de incautos que creyeron en las promesas de René Jiménez.
Pero con ellos estorbando la vialidad y las obras de remodelación en proceso, visitar el primer cuadro de la “Ciudad de la Eterna Primavera” resulta un desagradable hecho. Quienes laboramos en esta ciudad o vivimos aquí cerca de ella, por lo menos sabemos por dónde podemos escapar de ese crucigrama, pero para quienes vienen con el fin de pasar un rato agradable debe ser un calvario soportar tanto desorden.
Y no crea que somos exagerados en nuestras apreciaciones, porque no se trata de dos o tres días; ya son cerca de dos meses del plantón indefinido de parte de esos grupos, que por años han venido trabajando sus unidades en la ilegalidad y pretendiendo que todo ese tiempo de estar delinquiendo se convierta en un derecho a ser legalizados.