Todavía recordamos el amplio despliegue de fuerzas con base en un intenso trabajo de sus bases, que recorrían calles, pueblos y comunidades con la esperanza a cuestas y que lograron despertar conciencias en torno a la figura de su candidato presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Se considera que lograron el objetivo, ganar la presidencia que les fue escamoteada, pero no bajaron los brazos y ya en mayo de 1991 formalizaron la conformación de lo que hoy es el PRD en medio de confrontaciones internas producto de la injerencia de la autoridad estatal en torno, en aquel entonces, a cargo de Antonio Riva Palacio López, que utilizó algunos personajes para sabotear sus asambleas plenarias.
A pesar de ello, lograron el cometido y empezaron a escalar posiciones, llegaron a contar con la fracción más numerosa de diputados locales y también la mayoría de las presidencias municipales, una de esas elecciones fue la del 2006, porque ayudó mucho el arrastre que traía el aspirante presidencial, Andrés Manuel López Obrador.
Pero las traiciones al interior, los intereses encontrados, la heterogénea composición de grupos y corrientes casi alternas los han llevado a escalofriantes derrotas que sólo revelan la ausencia de un proyecto auténtico de lucha que de acuerdo con sus estatutos, va por el rescate de la clase social más desprotegida.
Son ya 19 años del perredismo, algunas generaciones, sobre todo aquélla que ayudó a su fundación, andan desperdigadas, no comparten la orientación que ha tenido el instituto político y muchos de sus integrantes se mantienen casi al margen.
La justa electoral del 2009 fue una amarga experiencia para el PRD, en Morelos perdieron casi todo lo que habían logrado, sólo metieron en la Cámara local a tres legisladores, uno de estos, Rabindranath Salazar Solorio, que con base en un buen desempeño como alcalde de Jiutepec, consiguió el pase a la Legislatura y promete ser uno de los personajes que contiendan en la elección presidencial del 2012, pero son pocos los cuadros con vitalidad.
Más aun, no se descarta que Salazar Solorio sea el candidato perredista por la gubernatura, aunque el tabasqueño Graco Ramírez Garrido sigue soñando con llegar a gobernar a costa de lo que sea.
La presencia del tabasqueño puede ser -como lo ha sido en otras ocasiones- factor de rompimiento interno, porque el señor sólo atiende a acuerdos de cúpula.
CONVERGENCIA, ¿VA CON EL PAN?
Precisamente hablando de eso, se sigue insistiendo en que Graco viene tejiendo fino para consolidar una alianza electoral con el Partido Acción Nacional y tal vez con Convergencia por la democracia en la que lógicamente, él sea el candidato común.
Es decir, que intenta sacar de la jugada al senador panista Adrián Rivera Pérez, a quien se le ha llegado a considerar como el aspirante natural de los azules para la justa en puerta.
Hay pues muchas indefiniciones en el partido del sol azteca y eso es lo que lo ha llevado a la pérdida de espacios en el ejercicio de gobierno en los tres niveles, porque, ciertamente, que en dos ocasiones ha tocado las puertas de la presidencia de la República, una con Cárdenas, la otra con López Obrador.
Pero parece que Andrés Manuel ha decidido tomar retirada de estas organizaciones y refugiarse en el Partido del Trabajo en lo sucesivo, y esto por supuesto que impactará de manera intensa.
Al igual que Acción Nacional, el PRD adolece en este momento de alguna figura carismática que vuelva a recuperar la simpatía de millones de electores que llegaron a creer en su proyecto de nación.
Desde luego que ahí está el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón, pero hasta hoy no muestra el arrastre y simpatía que llegó a tener López Obrador.
Esas alianzas con la derecha que rayan en la incongruencia pudieran meterlo en más problemas, habrá que esperar al primer resultado de alguna de ellas, pero hasta pueden ser contraproducentes, porque además, la propuesta de proyecto de desarrollo nacional queda a la deriva y es el punto medular de todo partido.