Y bueno, por ahí se empezó a correr la versión de que el ayuntamiento cuernavaquense estaba siendo apoyado con algunas unidades recolectoras de otros estados, si así fuera, que bueno que se logre solidaridad para impedir llegar a circunstancias desafortunadas mientras se normaliza esta situación, que claramente lleva el mensaje de acabar con presuntos privilegios de algunos políticos que estarían todavía recibiendo apoyos de PASA por el favor de haberle dado el contrato.
A eso se debe algunas reacciones muy fuertes de la contraparte, que lejos de ayudar en la búsqueda del cabal cumplimiento de normas en materia ambiental de parte de los empresarios, desde el interior del cabildo arremeten en contra del presidente municipal en una posición eminentemente política.
Además, ciertamente que el pago de 90 millones de pesos por la prestación del servicio se antoja muy abultado, claro, de confirmarse algunas componendas con ex servidores públicos de la comuna, se entendería que se cuadró un costo suficientemente grande como para que de ahí se distribuyeran beneficios a todos lados.
Ahora lo que sigue es que las autoridades municipales consigan bajar ese monto de manera considerable, para que la sociedad entienda y justifique estos actos satanizados por aquellos que se ven afectados en sus intereses.
No deberá pasarse por alto el proceso que se aplicó para que fuera PASA la ganadora de un supuesto concurso y licitación.
En aquel entonces se levantaron muchas voces y se hicieron señalamientos de vicios en el procedimiento, por parte de quienes intentaron competir. Desde el momento en que se conoció el nombre y procedencia de la empresa se anticipó que nada tenían que hacer los demás, se trata de un negocio muy apadrinado desde niveles de Gobierno federal y estatal de la derecha y que en ciudades gobernadas por el panismo, es la que ineludiblemente gana.
Pero aquí se aprecia que no cuidaron muchos ángulos, cayeron en violaciones al contrato que merecían la revocación y ello les está costando quedar fuera de la mina de oro.
Entre otras cosas y no obstante reiteradas afirmaciones en contrario, no concluyó cabalmente las celdas programadas, tampoco aplicó la separación de los desechos sólidos, efectivamente estaba permitiendo el escurrimiento de lixiviados y para acabarla de amolar, aparece un incendio.
Tal vez tampoco sea necesario llegar al extremo de cancelar en forma definitiva el relleno, a lo mejor sólo hay que hacer las conclusiones y correcciones requeridas para seguir utilizándolo, después de todo la inversión no fue menor y sería inteligente sacarle ventajas, pero de que PASA va a quedar fuera, parece que no hay vuelta de hoja.
Claro, seguramente vendrán ahora una serie de recursos legales de parte de los afectados a fin de reclamar derechos o recuperación de pérdidas que habrán de argumentarse, pero eso lo definirán los tribunales legales, el asunto es que incumplió compromisos en diversos puntos y los errores se pagan.
Pero en medio de todo lo anterior, lo que se nos antoja más afortunado es que no se desató una contingencia de grandes dimensiones, que si son materia de preocupación.
Como olvidar los malos olores y depósito de desechos por todos lados que mostraron una ciudad casi perdida en aquel final del 2006 e inicios del 2997, cuando el entonces edil Jesús Giles Sánchez acababa de tomar protesta como tal.
Fue a decir de muchos, una estrategia fraguada desde el interior del mismo panismo para medir la resistencia del recién llegado, considerado como neo panista y peor aún, de la corriente del ex gobernador Sergio Estrada Cajigal. Hoy, todo indica que el problema está no resuelto, pero controlado por la comuna.