Y es que a decir del asesor legal de los carniceros, Rafael Cepeda Aguilar, este conflicto afectó a unas 500 familias que hoy no pueden vender la carne por el cierre del matadero. Cierto o no, el caso es que todo tiene sus efectos.
No sabemos hasta donde sea cierta esta teoría del clembuterol, a estas alturas se hecha mano de cualquier pretexto para convertirlo en instrumento de golpeteo político y pudiera llevar esas connotaciones, sin embargo, la verdad es que hay quienes viven del negocio de la venta de carne y están contra la pared.
Los quejosos quisieron dar una demostración en público de que no hay tal contaminación y demandaron a las autoridades actuar para que puedan seguir con sus negocios.
Se entiende que el conflicto se viene resolviendo y se había anunciado la reapertura, pero tendrá que ser un acuerdo entre el municipio e instancias federales de sanidad, que tal vez intenten retardar el proceso por así convenir a sus intereses.
Por cierto, el asesor jurídico Cepeda Aguilar ya fue funcionario del Ayuntamiento capitalino, se desempeñó en la Dirección de Gobernación y ahora aparece encabezando a los inconformes.
La cosa es que siempre habrá una razón para que sectores sociales levanten la voz y reclamen atención, la movilización es la manera más segura de hacerse escuchar y por eso hay que salir a las calles, aunque eso genere afectaciones a los derechos de terceros, no obstante, en buena parte de los conflictos, es el único camino que queda por la falta de atención de las autoridades.
¿Y EL RELOJ DEL BICENTENARIO?
En otro orden de ideas, después de tanta publicidad en torno al festejo del Bicentenario de la Independencia de México y del Centenario de la Revolución Mexicana, ya pocos recuerdos quedan de acciones de membrete que en su oportunidad se realizaron.
En Plaza de Armas se instaló un reloj que contabilizaba la regresión del tiempo en relación a las fechas históricas, 16 de septiembre y 20 de noviembre, la realidad es que nunca funcionó, parecía reflejar el nulo interés institucional por los festejos a los que se le dedicó mucho dinero, por lo menos sí se facturó.
El caso es que ayer, algunos compañeros informadores que andábamos por Palacio observamos la ausencia de dicho reloj, debieron desmontarlo en la noche para que no se notara. Quizás fue lo mejor, porque ya no tenía ninguna razón de ser.
Es triste saber que incluso este tipo de eventos promovidos desde el Gobierno federal se convirtieron en oportunidad de algunos políticos para sacar ventajas, a nivel nacional se habla de desviación importante de recursos, porque estamos hablando de millones de pesos.
Más bien se nos antoja una acción bastante noble la que viene realizando el diputado local Luis Arturo Cornejo Alatorre, el frente de la organización de festejos en torno a la Revolución Mexicana, financió el arreglo musical de una canción dedicada a las bellezas naturales de Morelos y sigue empeñado en ponderar la herencia de esos revolucionarios en el devenir histórico de los morelenses.
Bueno, también hay que decir que de ahí se están colgando algunos "grillos políticos" para jalar reflectores, aunque en la práctica no estén haciendo nada, pero por lo menos el legislador ha hecho una tarea interesante. Lo del bicentenario fue todo un fracaso, una manera de justificar gastos y de facturar fondos que pudieron ser mucho más útiles en rubros sociales, en medio de tanta necesidad que se tiene.
El famoso reloj del bicentenario debió ser una especie de monumento histórico que perdurara ahí, si no para siempre, si por muchos años como una forma de honrar a nuestros héroes.
No obstante, pareciera que lo que se buscó con todo esto fue generar cortinas de humo y distractores para ocultar conflictos y desaciertos políticos, mientras se superaban los momentos más difíciles. Es algo que suele aplicarse de manera recurrente, aunque en buena medida pocos nos damos cuenta enredados en nuestros problemas y necesidades diarias.