El inicio de esta semana ha sido muy desafortunado en la materia; hechos de extrema delicadeza en delincuencia vuelven a escena mientras las instituciones de prevención y persecución duermen en sus laureles. Por lo menos así se observa.
Hace ya unos meses referíamos en este espacio que, de acuerdo con datos informativos, las fuerzas antagónicas al régimen trabajaban sobre un plan de mayor reacción a medida que este periodo de gobierno se acerque a su final.
Es decir, tratarán de aprovechar la debilidad sexenal para embestir con más fuerza, y parece que eso es lo que venimos observando en los últimos tiempos, y en efecto, no vemos una reacción al tamaño de la necesidad de parte de quienes tienen la tarea de intentar, por lo menos, dar señales de vida como autoridades.
Y claro, en una problemática como la que vivimos lo mejor es que todas las fuerzas públicas, incluyendo partidos políticos, poderes y demás organizaciones de carácter social, conformen un solo frente a fin de encontrar alguna solución al crucigrama. Pero seguramente estamos muy lejos de ello.
Cada quien comienza a jalar agua a su molino, no le interesa lo que en el entorno esté ocurriendo, porque son más poderosos los intereses políticos del futuro en juego y hay que reservar un espacio en las nóminas gubernamentales para el próximo periodo, por tres o seis años, según sea el caso.
Y eso lo reconocía un funcionario público de primer nivel en la administración del gobernador Marco Adame castillo. Él refería que los conflictos y las diferencias no son únicamente entre partidos distintos o poderes diferentes, también al interior del gabinete del mandatario hay estirones y golpes bajos por la lucha electoral adelantada.
Y decía algo que veíamos con dureza hace unas semanas: "Mientras Adame Castillo y el presidente municipal de Cuernavaca, Manuel Martínez Garrigós, andan agarrados del chongo, la delincuencia está haciendo de las suyas".
Lo relacionado con los siete cuerpos encontrados el inicio de semana cerca de la Autopista del Sol, a la altura de Temixco, ha sido factor de inconformidad de grupos por el origen de algunos de los desafortunados; pero ya se sumaron más decesos.
Hay plena certeza de que ninguno de estos jóvenes –porque había menores de edad– tenía nada que ver con la delincuencia organizada. Entonces, ¿qué es lo que está pasando? De ser así, tendrá que ser la Procuraduría General de Justicia del estado la que investigue y dé con los responsables, y no la federación, porque estaríamos hablando de un delito del fuero común.
El que apareciera un mensaje de aparente conexión con un cártel no es prueba fehaciente de que realmente así es; cualquiera puede escribirlo. Entonces, la Procuraduría deberá entregar cuentas al respecto.
Pero hay fuertes sospechas de que al amparo y cobijo de esta confusión relacionada con la delincuencia organizada se comenten agresiones oficiales contra inocentes. Ahí está el caso de Alpuyeca: acaban de aprehender a un ciudadano y a su hijo por presunta responsabilidad en una acción delictiva; la población considera que son "chivos expiatorios"; no tienen ningún antecedente y todo mundo los identifica como gente de bien. Hay, pues, cosas extrañas en todo esto.
El gobierno, en cualquiera de sus niveles, tendrá que sacar fuerzas de flaqueza y mostrar en dónde se encuentra la "autoridad". De otra manera, el ambiente se seguirá distorsionando y ocasionando temor colectivo.
De esos ya cerca de 450 crímenes cometidos en Morelos de un año y medio a la fecha, ¿cuántos están resueltos? No sabemos de uno solo con claridad, y desde luego los autores materiales andan en la calle cometiendo más fechorías.
¿Qué ha pasado con el caso de Tito Barrera Ocampo? No vemos una sola luz que nos indique que se está cerca del criminal. Esto no puede seguir así o la casa se les caerá encima antes de tiempo, y como refieren algunos luchadores sociales, si no pueden, que renuncien. Sería mejor así que seguir en la simulación y el engaño.
Están ampliamente rebasados por los enemigos sociales, no hay prevención ni persecución efectivas. El gobernador debe actuar con rigidez porque el desánimo popular se multiplica.