Hemos venido sosteniendo que aspirar a algún cargo de elección popular por la vía independiente es algo sumamente complicado; los requisitos a cumplir parecieran estar muy bien calculados como para que muy pocos lo logren y ya lo estamos viendo. Por lo menos en lo que se refiere a Morelos, ninguno de quienes buscaron un espacio al Senado de la República, lograron el objetivo.
Fueron cuatro los que la intentaron y para tal efecto disponían de 97 días, a fin de recabar 28 mil 172 apoyos, pero el tiempo no les alcanzó y tampoco el número de firmas, de tal manera que se quedaron en el camino. Sí es algo extraño que ninguno de nuestro estado pudiera superar la prueba.
A nivel nacional, los que hicieron lo propio fueron 56, pero las pudieron obtener 35, que ahora irán a una contienda en la que tampoco es cosa fácil y por el contrario, si ya se gastaron una lana para el primer paso, viene lo más pesado porque ahora se enfrentarán a los partidos que suelen manejar toda clase de estrategias para vencer a los adversarios. Más aún, lo económico tendrá que ver mucho en adelante, dado que se ha generado una mala cultura entre los electores, que van con quienes más les dan y ofrecen.
Pero volviendo al caso Morelos, los que participaron fueron: Fernando Arellano Castillón, Ángel René Abrego Acevedo, Vicente Román Sánchez y Arturo Sotelo Ortiz. De entre ellos, quien más presencia traía, por su labor al interior de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) es Abrego Acevedo, pero aún así no le alcanzó.
Así pues, en ese sentido, ya se comenzaron a dar los primeros pasos hacia atrás y le seguirán más porque serán contados los que puedan llegar a la meta e inscribirse para la constitucional. No vemos figuras de peso en esa modalidad de aspiraciones, acaso al candidato independiente a la presidencia municipal de Cuernavaca, José Luis Urióstegui Salgado, ya que trae un largo historial de responsabilidades desempeñadas en el sector público y porque además goza de buen prestigio en su calidad de abogado. Él podría significar la diferencia y si no logra ganar la comuna capitalina, por lo menos sí defenderse con dignidad ante los que vendrán acompañados por partidos.
Bueno, nos atreveríamos a pronosticar que si nuestras previsiones se cumplen, en el sentido de que el Partido Acción Nacional (PAN) lanzará como su abanderado al diputado federal Javier Bolaños Aguilar, José Luis será quien le dé pelea porque en los otros institutos no hay cuadros competitivos.
Pero reiteramos, son excepciones y francamente para el resto de posiciones en disputa, no se diga hacia la gubernatura, ningún independiente pinta, además de que seguramente también se van a quedar en el camino y no porque sean malos elementos, sino porque los obstáculos que ha impuesto el Instituto Nacional Electoral (INE) llevan esa finalidad, impedirles el paso.
Reiteramos, todas las reflexiones llevan a pensar que esa estrategia de abrirle las puertas a nuevas modalidades en candidaturas, está pensada en función de lo que les conviene a los monopolios y partidos que controlan el poder público en el país y no para abrir los cauces de la democracia a favor de la sociedad.
Desde la cúspide del poder, es claro, permanentemente se trabaja en estrategias y acciones que fortalezcan las posibilidades de que ésos que han gobernado a México durante siglos, lo continúen haciendo. En su oportunidad y debido a la creciente oposición al gobierno, que lo controlaba todo, se tuvo que echar mano de espacios para controlarlos, ya fuera en los Congresos locales, el Senado o la Cámara baja.
Pero cuando la cosa se puso mucho más complicada, por ahí por 1970, se recurrió a la integración de nuevos partidos políticos que se presentaban como adversarios del viejo sistema, pero realmente eran comparsas. Precisamente a través de ellos se permitía la llegada de algunos “representantes populares” a los cargos, pero una vez en su desempeño, trabajaban en función de los intereses gubernamentales.
Eso lo seguimos viendo hoy día, aunque ya las condiciones han cambiado a base de presiones populares, pero de todos modos a los gobernados no les permiten prácticamente nada. En el pasado, era el Partido Revolucionario Institucional (PRI) el que decidía todo, ahora el pastel se ha dividido entre tres: PRI, Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), que en esencia, son lo mismo.
No existen muchas diferencias en cuanto al ejercicio del poder se refiere con eso de la alternancia. El modelo económico que desarrollan es el mismo y el comportamiento de quienes encabezan las instituciones también. El denominador común es la incapacidad, la corrupción y el desprecio por el bien común.
Esos tres monopolios se han puesto ya de acuerdo para impedir que alguien con intenciones distintas, pueda desplazarlos y estamos llegando a las elecciones del primero de julio con la amenaza del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que sigue generando preocupación entre tricolores, amarillos y azules.
Su tarea primordial es encontrar la forma de volver a dejar en el camino, a quien les ha dado mucha lata en las últimas tres justas electorales: Andrés Manuel López Obrador. Por eso se insiste en que eso de las candidaturas independientes no lleva otro fin que dividir el voto, para que esos tres monopolios puedan conservar el control del poder a pesar de las circunstancias.
Entonces pues, desde donde se diseñan las políticas y se toman las decisiones, muchas veces unilaterales, se determina quienes en calidad de aspirantes a un cargo electoral pueden pasar y quienes no. Todo depende de los efectos que generen en el electorado. O sea, que si algún independiente como Jaime Rodríguez “El Bronco”, gobernador con licencia de Nuevo León; o Margarita Zavala, ex panista, le quitan votos a AMLO, pues deben ir a la contienda, ya que serán útiles para el resto de los partidos en escena.
Más o menos así estaría preparada la estrategia y entonces el objetivo es más bien cerrarle el paso a la democracia y a la inclusión de figuras que no comparten las ideas e intereses de aquellos que se han perpetuado por muchas generaciones al frente de los distintos niveles de gobierno.