Los quejosos, encabezados por Sergio Benítez, se refirieron específicamente a decenas de vendedores de productos manuales, que ahora se afirma ya no son realmente fabricados a mano como antaño, buena parte de los productos son de origen chino y en ese entendido estarían incluso engañando al cliente.
¿Cuántas de estas personas ejercen el comercio en esta zona? Se afirma que entre semana son poco más de 80, pero sábados y domingos superan 200 y, en efecto, si usted visita el zócalo en esos días aquello es una auténtica romería.
Pero si se tratara de cuidar el empleo y el ingreso de esos indigentes estaríamos a favor de que se les respetara su actividad, sin embargo son cruelmente explotados por personajes que los trasladan desde algunos pueblos del vecino estado de guerrero, que portan lujosos vehículos producto del esfuerzo de muchas familias, a las que sólo se les da un mínimo porcentaje de lo que logran vender.
Es decir no son de Morelos, sirven a intereses ajenos, incluso menores de edad andan ofreciendo los artículos, lo que debería llevar a la autoridad competente a investigar el origen del fenómeno.
Durante la administración de Jesús Gíles Sánchez se intentó ubicarlos en un espacio específico, pero a las primeras de cambio volvieron a salirse de control, hostigando incluso a los turistas con su insistencia, que raya en el exceso, y nos ha tocado observar algunas escenas así.
Pero tampoco son sólo los expendedores de tales artículos de dudosa originalidad, por muchos lados el comercio se ha desbordado y volvemos a observar un primer cuadro invadido para quienes gustan de ir a pasar un buen rato en ese entorno que deja de ser tranquilo.
Bueno, por lo menos en el trienio anterior también se concedieron espacios públicos para actividades privadas y esto es hoy materia de descontento de sectores como los artesanos plateros, que se quejan de un trato diferente de parte de la autoridad.
Por ejemplo, en el 2008 la comuna capitalina firmó un convenio para que el establecimiento conocido como "Los Arcos", explotara más de 200 metros cuadrados de área pública en la modalidad de consumo de alimentos y bebidas.
No obstante, es apenas un ejemplo. En la misma situación se encuentra el restaurante Bar Cuernavaca, en la contraesquina de Bancomer. Y qué decir de las escaleras que bajan a un costado de Palacio de Cortés para ir al Tribunal Superior de Justicia, es lo mismo.
Por eso algunas agrupaciones del comercio consideran inaplazable efectuar un reacomodo que después de la remodelación que se ha hecho del Centro Histórico, rescate áreas perdidas de dicho entorno para fortalecer la imagen del corazón de Cuernavaca.
Pero además de aplicar alguna estrategia de reorientación del comercio y la prestación de servicios, igualmente debe trabajarse respecto a una medida permanente de limpieza, especialmente el parque en torno al kiosco muestra un desaseo impresionante, además de que el deterioro físico es visible y del mismo modo se tendría que trabajar en su recuperación.
Tenemos entendido que entre los líderes gremiales de uniones de vendedores hay propuestas para transformar el centro y sobre todo los fines de semana promover eventos culturales, musicales y de otra naturaleza orientados a la atracción turística.
Y efectivamente en las plazas públicas de otras capitales de estados se ofrece al visitante espectáculos extraordinarios, que son un atractivo que obliga a éstos a volver en la primera oportunidad, algo de lo que aquí adolecemos.
El presidente municipal seguramente tomará cartas en el asunto, porque independientemente de toda la inversión que se aplicó para modificar y mejorar algunas cosas, si no se piensa en una estrategia integral, las ventajas se van a diluir.
Seguramente en el intento de reordenamiento y reubicación de ambulantes habrá algunas reacciones, sin embargo y a pesar de ello se tendría que llevar a cabo, es por el bien de todos, pero además esos sin lugar definido no pagan impuestos.