Un poco tardío, pero finalmente el gobierno estatal a través del secretario de gobierno Matías Quiroz Medina ofreció ayer, mediante un acto en la sede oficial, un homenaje al adulto mayor, que se conmemora el 28 de agosto, para reconocer el esfuerzo de toda una vida laboral generalmente en bien de los demás.
En torno al tema, lo que se dijo es que hay en Morelos poco más de 220 mil personas mayores de 60 años, un 75% de ellas dotadas de una credencial que es utilizada para recibir algunos beneficios a nivel comercial o sobre todo en lo que se refiere al servicio público de transporte.
Pero igualmente se admitió que lo que aún se necesita, es saber qué porcentaje de esa población mayor se encuentra en asilos y casas de asistencia, debido a la incapacidad económica o falta de voluntad de familiares para hacerse cargo de ellos, luego de que dejaron sus mejores años en bien de esos descendientes.
También se reconoció la inexistencia de un padrón de quienes, aún en edad avanzada, continúan desarrollando tareas productivas y mantienen actividad laboral permanente. Es decir, nos faltan muchos datos en torno al tema y las instancias competentes no han hecho el trabajo necesario como para saber en dónde se encuentra cada quien.
Pero aún sin esas estadísticas, hay información diversa que muestra como un número considerable de abuelitos padecen el abandono y la ausencia de atención a sus necesidades primordiales y en algunos casos hasta son objeto de maltrato y explotación o abuso de sus mismos familiares.
Y aquí hay de todo, aquellos que incluso vivieron una vida económicamente solvente y hasta de abundancia y que al final las ambiciones llevaron a que los dejaran en algún asilo, a fin de disfrutar de los bienes materiales que en su vida productiva generaron. Lo decimos porque conocemos algunos casos en ese sentido.
Habría que hacer hincapié en que es obligación de la familia procurar para sus adultos mayores condiciones de vida adecuadas, de ninguna manera es una responsabilidad de las autoridades, sin embargo la condición humana es así, existen seres buenos y malos; aquellos con valores, ética y sentimiento que hacen lo humanamente posible a fin de darles a quienes los procrearon un final cómodo, pero igualmente hay quienes los consideran una carga y molestia, sin pensar que tarde o temprano se verán en ese espejo, que sólo es reflejo de la acumulación de los años y de la experiencia.
Hay desde luego programas asistenciales como aquel de 65 y Más que vía instituciones públicas como la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) distribuyen todo tipo de ayudas, incluyendo dinero en efectivo; no obstante nunca será el suficiente como para proveer de casa, vestido y sustento y algo de diversión en una etapa en la que eso es casi indispensable.
Lo que también se mencionaba ayer, es que más allá del trato que cada uno de ésos más de 220 mil morelenses reciban de sus familiares, son casi siempre objeto de desprecio cuando piden ser tratados como lo merecen en prestaciones del servicio público del transporte.
En este aspecto, se dan cotidianamente algunos abusos; ya sea que el operador de la unidad simplemente se niega a hacerles su 50% de descuento; que lo hace pero a regañadientes y luego de lanzar dos o tres frases ofensivas o simplemente no se detiene para evitar llevarlos a donde van.
Hay normas y leyes de protección a dicho sector de la población, pero como en este país o estado suelen ser letra muerta en todos los sentidos, pues difícilmente se les atiende como lo merecen, porque en efecto, debieran llegar a esa edad en medio de un lecho de rosas, dado que la gran mayoría se partió el alma para poder llevar a sus descendientes a un nivel de preparación y de goce de vida muy superior al suyo.
Lamentablemente a nivel institucional México ha comenzado a retroceder en forma importante en lo que a programas asistenciales y de apoyo social se refiere; en un futuro nada lejano, las nuevas generaciones ya no podrán acceder a derechos laborales como la pensión o jubilación, porque las contrataciones en centros laborales no lo permiten.
Las dificultades financieras del país empujan hacia un mañana incierto en esa materia; incluso el seguro médico o la mínima atención en ese aspecto de parte de instancias como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) o del ISSSTE, muestran que vamos hacia atrás.
Bueno, en lo que se refiere a la pensión y no obstante que legalmente pareciera tratarse de un proceso rutinario para quienes llegan a esa etapa, alcanzar el objetivo demanda de todo un proceso que incluso puede requerir de asesoría legal; o sea de un abogado, porque violando toda norma, pareciera haber predisposición a poner cualquier cantidad de obstáculos a fin de impedir las pensiones.
Así operan las estructuras gubernamentales, una cosa es lo que dicen las leyes y otra muy diferente lo que las autoridades en esa materia obligan a hacer, si se desea contar con un aliciente simbólico para sortear la vejez. Y ese mismo conflicto se tendrá que enfrentar cuando quien laboró por 30 años o más, reclame la devolución de su Afore o las aportaciones al Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit).
Un enorme porcentaje de esos derechohabientes acaban desistiendo de sus reclamos porque no tienen dinero para poder llevar un juicio, cuando debiera ser un trámite de lo más sencillo. Ya imagina usted la suma tan abultada de fondos que se quedan en esas instituciones y que caen en manos de aquellos que abusan de sus facultades y posiciones de mando en el gobierno.
Claro, en este caso nos referimos a quienes laboraron los años suficientes como para propiciar una jubilación o pensión al término de su vida laboral, pero son demasiados los que no caen en ese rango que pudiera considerarse de cierto privilegio. Los campesinos, por ejemplo, cuya acción no crea derecho alguno y no tienen patrón, entonces adolecen de todo tipo de prestaciones cuando arriban a mayoría de edad. Reiteramos, es la familia la que tiene que hacerse cargo de ellos cuando las fuerzas les comiencen a faltar, las autoridades sólo deben ser un apoyo adicional.