Las estadísticas del gobierno federal en materia de creación de empleos hablan de una cifra récord en el primer semestre del presente año; no se duda de la veracidad de los números, sin embargo, se trata en su mayoría, de espacios con una remuneración que no cumple con el objetivo de resolver las necesidades fundamentales de las familias en nuestro país.
Pero independientemente de una falta de oportunidades de trabajo y por ende de ingresos suficientes a nivel de la mayoría de los hogares mexicanos, las reformas en materia laboral vienen causando una serie de problemas que llevan a la consideración de que en un futuro nada lejano sólo una mínima parte de los asalariados podrá disponer de una pensión o jubilación para la subsistencia, ello, a partir de la sustitución de los sindicatos por las famosas outsourcings, que son una especie de plataforma de subcontratación de personal en las empresas e incluso instituciones públicas.
Es decir, la antigüedad, prestaciones, seguro médico y algunos otros conceptos que daban seguridad y posibilidades de llegar a una vejez más o menos tranquila en lo económico se vienen eliminando gradualmente, cosa que de alguna manera deja en mayor indefensión a un sector amplio de la sociedad, de ahí que se trabaje desde algunas trincheras en estrategias tendientes a amortiguar esos efectos que ya dañan a millones de empleados en la república mexicana, y de ello los morelenses no escapamos.
Muy en particular, el llamado Consejo Ciudadano para el Desarrollo Social de Morelos ha desarrollado, con el apoyo de algunas instituciones en materia de investigación, trabajos solicitados por dependencias federales y que muestran algunas de las razones por las que se vive en pobreza y marginación.
Desde luego que hay una clara visión de las causas principales: la falta de oportunidades de un empleo bueno, bien pagado, pero a partir de la ausencia de formación y preparación, en lo que, dicho sea de paso, tienen mucho que ver las políticas públicas en esa materia. No obstante, la muestra en esa investigación hace hincapié en otro tipo de pobreza, que no necesariamente es la material o monetaria y se refiere a la cultural, porque se puede disponer de los recursos suficientes como para vivir sanamente, pero no es así, por el elevado consumo de productos “chatarra” que son incluso causa de obesidad a temprana edad y a la postre, origen de enfermedades como la diabetes.
Se hace referencia a programas extensivos de la Federación que han venido intentando disminuir los índices de empobrecimiento masivo, tales como Progresa y otros de subsidio a la producción agropecuaria, pero tampoco eso ha logrado mejorías sustanciales. Se reconoce que un buen porcentaje de recursos son destinados para el consumo de productos no indispensables y sobre todo, de bebidas alcohólicas, que causan conflictos en la armonía y estabilidad de las familias.
Parte de la investigación se desarrolló en municipios de Los Altos de Morelos, como Tlalnepantla y Totolapan, Y los datos obtenidos son interesantes, porque muestran desde el fondo de la convivencia familiar, algunas señales que son causa de la marginación y hambre en la que viven miles de morelenses, pero que pretenden ser datos utilizables a fin de trabajar sobre estrategias para atacar el problema a nivel nacional, o sea, algo así como un laboratorio, porque lo que aquí acontece, se da en buena parte del territorio nacional.
El propósito es asimismo llevar a la integración de un observatorio ciudadano, que de fe de las acciones a desarrollar y confirme que se cumplen los programas en los que deberán intervenir una serie de instancias gubernamentales e instituciones de investigación en materia alimentaria y de salud. Se menciona entre otras a Sagarpa, Conagua, Secretaría de Salud, al Instituto Nacional de Salud Pública o la Secretaría de Desarrollo Social.
La investigación de campo en la materia ofrece algunos datos preocupantes, como aquello de que la mayoría de LOS infantes presentan baja estatura y más del 15 por ciento muestran obesidad, fenómeno creciente, porque en el 2012 el índice era del 13 por ciento. Lo que se decía, la mala alimentación es la que viene llevando a serios conflictos de salud una vez que la población se convierte en adulta.
Más del 50 por ciento de los niños entrevistados consume elevadas cantidades de azúcar y productos de dudosa calidad, mientras que hay una ausencia de vegetales, frutas, carnes en proporciones previstas por recomendaciones internacionales en esa materia. Pero a lo anterior, el estudio le agrega un factor creciente en nuestra sociedad y este en todos los niveles y rangos de edad, el sedentarismo y falta de actividades físicas, porque la tecnología, especialmente aquella relacionada con el rubro de la comunicación, viene restando acciones deportivas que eran fundamentales para preservar la salud.
Y no obstante que la mayoría de la población sabe leer y escribir, un altísimo porcentaje no lee las especificaciones del contenido de los productos que adquiere, ni los efectos negativos que estos pueden tener en su desarrollo. Es decir, la consulta refleja cierta ignorancia para saber aspectos como el número de calorías que requiere un ser humano por día. Todo lo anterior, lleva al desarrollo y crecimiento de enfermedades crónico degenerativas como la diabetes, que se viene presentando ya a temprana edad.
Si bien es cierto que son muchas las familias que por insuficiencia económica no logran acceder a estándares correctos de alimentación, también la ausencia de una cultura correcta al respecto lleva a resultados desafortunados, que es necesario revertir para impedir males mayores y una sociedad altamente enferma, con desnutrición y obesidad paralelamente.