Por encima de posibles alianzas entre partidos, en Morelos son cuatro las instituciones electorales que ya se disputan el territorio y andan a la caza de electores: el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que por ser gobierno tiene algunas ventajas ante el resto de la competencia; el Partido Acción Nacional (PAN), que intenta la recuperación, pero está poco estructurado en el interior del estado; el Revolucionario Institucional (PRI), que enfrenta el proceso de elección del comité estatal, y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que va por el segundo intento.
A diferencia de épocas pasadas, con la alternancia, quienes aspiran a algún cargo de elección popular lo vienen haciendo como ciudadanos sin militancia específica, porque si llegan a ser rechazados por sus respectivos partidos, buscarán cobijo en otras plataformas e incluso optarán por una candidatura de carácter ciudadano o independiente; sin embargo, todo depende del resultado de su trabajo frente a la gente.
Hay en todo esto plazas bastante codiciadas, por el alto grado de rentabilidad política y económica; entre éstas, sin duda, el platillo más interesante es contender por la gubernatura, no obstante, son pocos los que tienen la formación, el dinero, el liderazgo y los “padrinos” como para llegar siquiera a ser candidatos. Ya se ha dicho que en promedio, para poder desarrollar una campaña electoral de altura se requieren de 200 millones de pesos hacia arriba, así que el político pobre, es un pobre político, como dijera aquel personaje priista Carlos Hank González.
De tal manera que para contender por la grande, como se suele identificar a la gubernatura, habrá uno o dos por partido; Javier Bolaños Aguilar, diputado federal, que iría por el PAN; el senador Rabindranath Salazar Solorio por Morena, Matías Quiroz Medina por el PRD, el alcalde capitalino Cuauhtémoc Blanco Bravo, que busca partido; y a lo mejor el delegado del ISSSTE, Guillermo del Valle Reyes, por el PRI y todos ellos esperanzados en que sus respectivas dirigencias nacionales les provean de recursos, de otra manera no solventarían los gastos.
Luego de la gubernatura, está Cuernavaca, desde donde ya han ascendido candidatos de éxito a la primera magistratura. Uno de ellos, Sergio Estrada Cajigal en el 2000, quien fue el primer mandatario de la alternancia. Tampoco es una plaza fácil, demanda de decenas de millones de pesos o del respaldo partidista total, por ello tampoco se aprecia un número considerable de figuras con posibilidades reales.
Más aún, en este caso más bien estaríamos pensando en las personas, no en las instituciones partidistas y en esa lógica, se aprecian dos o tres, que por sus antecedentes ofrecerían resultados interesantes en caso de ganar. Éstos serían José Luis Urióstegui Salgado, ex procurador y ex secretario de seguridad pública en el municipio. Fue candidato perredista en el 2015, ahora iría por Morena; el diputado local Víctor Manuel Caballero Solano, que con otros pelea el espacio por Acción Nacional; así como el rector de la UAEM, Alejandro Vera Jiménez que puede venir por Morena o por el Revolucionario Institucional. Fuera de ello, sinceramente ya no vemos a nadie con el nivel necesario.
Luego estaríamos yendo a municipios conurbados como Temixco, donde son una media docena los que podrían participar por la comuna; Silvia Irra Marín, David Martínez o Juana Ocampo –madre de Gisela Mota- por el PRD; Martín Romero, ex regidor, por el PAN; Ángel Cortés y Jazmín J. Solano por Morena; y del PRI se mueven Andrés Huicochea Santa Olaya, que va por el segundo intento, así como César Cruz Ortiz y Nereo Bandera Zavaleta que trabajan en función de algún recomendado.
Jiutepec es otro territorio interesante, se menciona que el edil actual Manuel Agüero Tovar intentará la reelección e iría otra vez contra Rafael Reyes Reyes, pero ahora por Morena, no por el tricolor, que lo abandono en el 2015. Y como la que viene es elección presidencial, pues el éxito o fracaso de los aspirantes, incluyendo los que van por la gubernatura, dependerá del arrastre que traiga su respectivo contendiente por la Presidencia de la República, porque el mayor interés popular se centra en esas posiciones.
PASO EXPRÉS, UN DESASTRE
Y lo que continúa siendo objeto de toda clase de críticas es la recién inaugurada obra del Paso Exprés; las molestias que viene ocasionado, por la pésima decisión de cancelar el uso de los cuatro carriles centrales al tránsito local derivan en un clamor que exige una solución inteligente. Se supone que la ampliación a ocho carriles –en algunos tramos a diez- resolvería las complicaciones que generaba el entonces libramiento oriente, pero no ha sido así, porque los congestionamientos actuales son iguales o peores que en aquellos tiempos.
Pero con las fuertes lluvias que se han presentado los recientes días, el acceso es aún más terrible, los azolvamientos por falta de salidas o drenes de agua pluvial llevan hasta a la provocación de derrumbes que causan molestias a diario, sin que se observe voluntad alguna de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) por intervenir. Es la población capitalina y de los municipios conurbados los que reclamaban una respuesta en lo relacionado a la ampliación vial, pero el resultado no ha sido el esperado.
Se priorizó el paso de visitantes capitalinos hacia el vecino estado de Guerrero, particularmente al Puerto de Acapulco, dejando en segundo término a los morelenses, lo cual se antoja una grosería, porque como quiera que sea se viene usando nuestro territorio para tal efecto. Pero como que las instancias competentes siguen poniendo oídos sordos a las quejas de quienes pierden horas en el trayecto para llegar a su destino por la reducción de carriles hacia la parte sur de la ciudad.
Eso sí, en su oportunidad se desplegó una campaña publicitaria en el sentido de que una vez abierto a la circulación, el Paso Exprés reduciría el tiempo de traslado del norte al sur de la capital y viceversa a menos de diez minutos, cosa que ha resultado una falacia, porque, reiteramos, los cuellos de botella llevan a la pérdida de unos 40 minutos o hasta una hora para entrar o salir de la ciudad de la eterna primavera.