Sin embargo, como que éstos no fueron del tamaño que se había previsto, no obstante, sí hay ciertas repercusiones.
De entrada, el priismo local estaba esperanzado en una victoria mucho más contundente que le ofreciera la posibilidad de presumir una recuperación suficiente como para advertir que sigue vivo y va con todo hacia las elecciones del 2018.
Los cerca de tres puntos de diferencia con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se quedan cortos, aunque el mayor logro es haber mantenido el control del poder en ese estado donde aún no llega la alternancia que se generaliza en el país.
Para otras fuerzas, las circunstancias han sido menos favorables: el Partido Acción Nacional (PAN) vive momentos críticos en su interior a partir de lo que pasó en esa justa del pasado 4 de junio. A nivel de cúpula las cosas andan mal, buena parte del panismo se viene rebelando en contra de su dirigente nacional, Ricardo Anaya, a quien acusan de traición y de haber intentado sacar ventaja personal, como aspirante presidencial, del proceso en cuestión.
Todo eso se reflejará en las tendencias y Morelos no escapa a tal escenario, aunque acá, por lo menos en lo que se refiere a la batalla por la candidatura al gobierno estatal, el asunto se antoja casi decidido a favor del diputado federal Javier Bolaños Aguilar. Si las cosas van en ese sentido, pues evitarían una carnicería interna que los debilitaría considerablemente, como ocurre a nivel cupular.
Y más bien se antoja que es el Partido de la Revolución Democrática (PRD) el que salió menos raspado tras la elección del estado vecino, ello, más producto de una estrategia aplicada por los propios priistas de aquella entidad que por recuperación real.
Subsiste la teoría en el sentido de que el tricolor fue el artífice del aparente repunte en campaña del candidato Juan Zepeda, que de un arranque con menos de ocho puntos porcentuales en tendencias, llegó a los 19. Lo anterior, a fin de que le restara votos de izquierda al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), aunque al final parece que más bien jaló del PRI.
Como quiera que sea, a partir de la publicidad y casi en un manejo uniforme de medios, se ponderó el logro del perredista y se le ha dado en calificar como el ganador de la contienda aunque no llegara a nada. Se insiste que igual y releva a Alejandra Barrales en el CEN del partido, que por eso el trabajo de imagen a su favor.
El caso es que observado desde ese punto de vista, los amarillos en Morelos seguramente buscarán aprovechar el momento para presumir de tales logros, no obstante, todo dependerá más bien del candidato, porque en las elecciones recientes los electores se inclinan más por la figura del aspirante que por los colores de partido, esas instituciones están bastante desacreditadas.
Pero igualmente, como aprecian muchos políticos lugareños, una vez superada la contienda en el Estado de México, a cada partido le queda más o menos claro el panorama, particularmente en lo que se refiere a las tendencias hacia el 2018.
Las lecturas son diversas: el Revolucionario Institucional, por las buenas o por las malas, se está quedando con aquella plaza y por lo tanto, sigue vivo para la contienda del año venidero, o sea, sus adversarios para nada los pueden dar por muerto, como se consideraba hace apenas unos meses.
Y si bien pudo, usando toda la maquinaria, evitar la alternancia en el estado vecino, la verdad es que en el resto de los estados en los que también se eligió a gobernadores no le está yendo nada bien, en Coahuila los resultados no están decididos; en Veracruz pierde casi todos los municipios y llega disminuido al Congreso local, así que la ruta sigue bastante crítica para ellos.
Aquí en Morelos, reiteramos, no se pueden hacer valoraciones más o menos realistas, porque primero habrá que esperar quienes van a la batalla por la gubernatura y lo que se acepta en todas las trincheras es que habrá un escenario complicado para todos.
A nivel nacional, la inclusión en las boletas por la presidencia de la República de Andrés Manuel López Obrador avizora un resultado bastante preocupante para el resto de los competidores, aunque sin él las cosas serían distintas.
No obstante, se viene aprovechando muy bien el resultado final en el Estado de México, para desarrollar una campaña permanente de golpeteo contra el tabasqueño, que a decir verdad, solito se pega. Se le sigue viendo como un personaje que de democrático no tiene nada, que para él ese concepto sólo es válido cuando gana, cualquier resultado adverso es producto de un fraude electoral y en parte tiene razón, sólo que es un discurso tan recurrente que empieza a perder crédito.
En la tierra de Zapata hay que esperar un rato más para desarrollar ensayos respecto al proceso electoral entrante, sobre todo, debido a que desde el nivel central, panistas y perredistas siguen hablando de una posible alianza a fin de enfrentar al PRI con mayores posibilidades de triunfo.
Acá son los azules quienes insisten en que por lo menos en esta entidad no hay condiciones para un acuerdo de ese tamaño, por diferencias entre ambos partidos, sólo que es la dirigencia nacional la que decide el rumbo y los comités directivos estatales deben acatar la línea, de ahí que nada esté descartado al respecto.
Un eventual frente común entre la derecha y la izquierda modificaría tendencias y pronósticos.