Hasta hace algunos meses, era el tema de la baja en los precios internacionales del petróleo lo que traía de cabeza a las instituciones financieras nacionales, sin embargo se ha logrado una interesante recuperación. Bueno, bajo la óptica de algunos analistas en el rubro, ha sido positivo, porque el gobierno mexicano se vio precisado a diversificar las estrategias de desarrollo a fin de sobreponerse.
Pero ahora nos tienen amenazados con una alza bastante pesada en lo referente al precio de la gasolina, por arriba del 22%, que se traducirá indudablemente en una espiral inflacionaria que le pegará a todos, pero en particular, a los sectores populares, porque siempre suele ser así. Finalmente, quienes tienen una solvencia económica cuentan con márgenes de maniobra para poder superar esas crisis coyunturales, pero las mayorías hace mucho que vienen tocando fondo.
Y si eso no fuera suficiente, pues también hace unas semanas se dispararon las tasas de interés, así que quienes suelen recurrir al uso de tarjetas bancarias o a los créditos para mejorar sus negocios, enfrentarán graves dificultades a fin de estar al corriente con el pago de intereses.
Como que aquello del fenómeno Donald Trump, presidente electo de los Estados Unidos hasta se viene diluyendo, igual y al final tampoco da cumplimiento a sus amenazas en contra de los intereses nuestros, porque aún en el país más poderoso del mundo los mandatarios se conducen mediante pesos y contrapesos, sin embargo, los efectos de la desaceleración económica en el mundo son los que nos van a pegar y duro.
Ahora bien, hay quienes pintan un panorama desolador, que seguramente será difícil de superar, pero hay algo en la actitud de los mexicanos que siempre los lleva a sobreponerse y, por el contrario, son experiencias que acaban obligando al régimen a poner en práctica transformaciones y correcciones que a la larga se traducen en acciones positivas.
Ya lo decíamos, llegamos a pensar que la caída de los energéticos nos llevaría al desastre y no ha sido así, hoy los ingresos de la Federación dependen de ello en un 10%, cuando antes era arriba del 40. Y si el precio se sigue recuperando, pues entonces más bien ya será ganancia.
Y lo hemos analizado, sí hay márgenes de maniobra para enfrentar este nuevo fenómeno con éxito, pero aquí se depende casi en absoluto de la voluntad de los tres poderes y de los tres niveles de gobierno, porque como decía alguien experto en el tema de la seguridad, la delincuencia no sería problema si hubiera cero tolerancia, pero son las propias instancias gubernamentales las que le dan vida, porque en ello basan su enriquecimiento muchos “servidores públicos” y “representantes populares”.
Más que lo relacionado con las tasas de interés bancarias y los incrementos en el costo de la gasolina, lo que nos tiene contra la pared es la corrupción, por un lado se les soltaron las manos a los maleantes para que hagan de las suyas contra quien sea, pegándole durísimo a la planta productiva, la prestación de servicios y toda clase de negocios, así sea un puesto de garnachas; y por el otro, la mayoría de quienes ejercen el poder público se roban un buen porcentaje del erario, llevando a la quiebra a las instituciones.
E insistimos, en ambos temas sólo es cuestión de voluntad, porque para el caso de la delincuencia, por supuesto que el régimen dispone de capacidad sobrada para combatirla en el terreno que quiera. Si no es así, significa que hay poderosos intereses en medio que obligan a la omisión e impunidad.
Y respecto a la rapiña del dinero del pueblo, pues igualmente es derivado de una pérdida gradual de valores y de ética de quienes gobiernan o representan al pueblo. Si ambas cosas se eliminaran o por lo menos se redujeran sustancialmente, tendríamos para seguir avanzando, pero francamente no vemos que aparezca una pizca de voluntad para enderezar el camino, como que los políticos se han vuelto más cínicos al paso del tiempo.
Claro, está en puerta una excelente oportunidad para que el electorado intente por lo menos obligar a una corrección, las elecciones del 2018, en las que se juega la presidencia de la república, senadurías, diputaciones federales y en el caso de Morelos el gobierno estatal.
La población está en descontento con el estado de cosas, hay un enojo creciente, porque advierte que, como ha pasado toda la vida, aquellos en quienes confió su voto le han fallado, al grado de colocarle en situaciones realmente terribles de miseria y pobreza.
Si no se quiere continuar padeciendo del latrocinio de personajes que buscan en la política el enriquecimiento personal y de los suyos, tendrá que mostrar su capacidad de análisis para sufragar por aquellos que le garanticen más seriedad y buen desempeño; si no es así, nuestras penurias van a continuar por mucho tiempo más.
Aún con toda la serie de marrullerías que utilizan partidos y candidatos para distorsionar los resultados en las urnas, si la población actuara en masa, tendría altas posibilidades de ir acabando con los fraudes, eso ha quedado demostrado en algunos procesos o candidaturas.
Los políticos están obligados a reflexionar muy bien sus actos, el hilo de la tranquilidad y la paz social está a punto de romperse. Ya no hay márgenes para seguir aguantando más o apretándose el cinturón, como suelen decir ellos mismos, no pocos prefieren ya morir luchando que seguir de rodillas.
Lo entendemos, algunos de los factores que inciden en nuestras desgracias económicas vienen del exterior, los centros financieros internacionales son los que imponen el modelo de desarrollo a seguir, ahí tenemos muy poco que hacer, pero es imperdonable continuar observando cómo los políticos siguen enriqueciéndose sin límite a costa de la marginación de millones de mexicanos, a los que no se les ofrecen mayores oportunidades para mejorar su nivel de vida. Incluso generaciones de jóvenes profesionales se vienen perdiendo por insuficiente empleo y de calidad para ellos.