Domingo, 02 Julio 2017 06:09

Cine de arte vs Cine comercial PARTE 2 de 3

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En esta segunda parte abordaremos con mayor detalle el conflicto planteado en el anterior texto. Se trata de un pleito que conviene analizar antes de tomar partida (o no).

El cine de autor nació entre los años 50 y 60. Al menos, como concepto, y a lo que se refiere es a las películas que generalmente fueron dirigidas por la misma persona que escribió su guion. Esto quiere decir que hay una autoría y que a través del lenguaje cinematográfico el autor expresa una visión personal sobre la vida y el cine mismo. Esta teoría surge en Francia gracias a las personas que conformarían la Nueva Ola (Nouvelle Vague), la cual mencionamos en un texto anterior, y causó euforia entre los cineastas, críticos y teóricos de todo el mundo.

Algo importante que habría que mencionar para dimensionar la teoría de autor es que esta es crítica del modelo de producción hollywoodense, es decir, lo que entendemos por “cine comercial”. Cuestiona este esquema en puntos muy específicos, por ejemplo: en Hollywood los productores han tenido y tienen una injerencia enorme en la forma en que se filmará y editará la película. Naturalmente, estos, al ser hombres de negocio lo que les interesa antes que nada es el dinero. Entonces, contratan a un director para que realice una película, pero debe adherirse en mayor medida a los cánones que están establecidos para hacer películas en dicho esquema. El cine de autor, por el contrario, lo que propone es una libertad absoluta en cuanto a los contenidos y la forma en que el director/autor quiere hacer sus películas ¿por qué? Porque estamos hablando de una expresión artística, la cual debe ser complemente libre.

Pero ahora, ¿el cine de autor no puede ser también comercial? Independiente o complementario a las intenciones que tenga el autor de la película (divertir, hacer reflexionar, denunciar, etc) está el hecho de que quien hace cine pretende vivir de ello y recibir una remuneración económica. Hacer una película requiere una cantidad enorme de dinero, así como un nivel de conocimiento profundamente específico por cada área que integra el equipo de realización de un filme (crew). Esta labor colosal merece ser retribuida. De hecho, aun cuando se trate de una película independiente, a quien trabaja en ella se le paga por prestar sus servicios, tiempo y talento. Esto hace que la actividad misma de producir tenga un valor económico; ahora, si agregamos que en el lugar donde se va a filmar se genera una derrama económica, como empleos temporales, contratación de servicios locales de hospedaje, alimentación, etc., entonces hablamos de una actividad eminentemente comercial. Otra cosa importante de mencionar es que aun en recintos alternativos como la Cineteca Nacional, en la Ciudad de México, o el Cine Morelos, en nuestra ciudad de Cuernavaca, es necesario pagar una entrada. Y esto es sólo por poner unos ejemplos.

Como verán, la temática es compleja y se presta para reflexionar acerca de las categorías que utilizamos a diestra y siniestra. Estas en ocasiones son limitativas, no permiten vislumbrar la complejidad del tema y nos hacen caer en lugares comunes que sólo empantanan la posibilidad de aprender más sobre el cine, y sobre todo aprender las cosas de nuevo, de manera diferente, original y libre de clichés. En el siguiente continuaremos con este tema y el cine comercial, que también hay que mirar con otros ojos. No se lo pierdan.

 

 

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Luis Eduardo Flores

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