Cuando en marzo del 2012 el entonces diputado federal por el PRI, Francisco Moreno Merino, fue obligado a renunciar a la candidatura al Senado por haber citado un refrán muy popular en el estado de Guerrero dentro de una sesión legislativa, me pareció francamente una injusticia. Y no porque esté de acuerdo con la literalidad del dicho mexicano en comento, sino porque del análisis del video se desprende que lo dijo sin pensar, queriendo quedar bien con sus compañeros de partido, sin analizar previamente el contenido del refrán que iba a reproducir.
Juzgue usted la frase textual:
“Perdón que concluya con una frase que dice: que no hay caballo fino que no tire a mula, ni mujer bonita que no llegue a ser meretriz, y hombre bueno que no tire a penco. No sea usted un hombre bueno, sea usted un buen director general del instituto” (ISSSTE).
Más barrabasadas han dicho muchos otros y no les ha costado el cargo. Creo que la misoginia no se demuestra en una frase, sino en la convivencia diaria con las mujeres, y en ese sentido Paco no era el machista que pareció ser en ese momento. Aun así, presentó su renuncia al entonces presidente del PRI nacional, Pedro Joaquín Coldwell, para permitir la llegada en su lugar de la desconocida (hasta entonces) Lisbeth Hernández Lecona.
Estuvo poco tiempo en la banca. A varios les sorprendió su nombramiento como titular de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) sobre todo en Cuernavaca. Cuando corrió como reguero de pólvora la versión de que Paco Moreno, a quien todos conocimos en Morelos como delegado del IMSS, era titular de Profepa todos imaginaron que se trataba de la vieja oficina de la avenida Cuauhtémoc. Pues no, se trataba nada menos que de la dependencia que sanciona los delitos contra el medio ambiente en todo el territorio nacional.
Pero extrañamente sólo estuvo un año en ese cargo, de diciembre del 2012 a diciembre del 2013, cuando fue removido. Nunca sabremos la causa.
Fue a principios del 2015 cuando entró a mi teléfono celular una llamada con número del Distrito Federal. De inmediato reconocí la voz. Quería que platicáramos porque deseaba regresar a Morelos a buscar un cargo de elección popular. Se despidió con su clásico “sé feliz” y no volvió a hablar en varias semanas.
Luego me volvió a buscar y platicamos. “Quiero que me apoyes, creo en ti porque eres un hombre de familia”, me dijo en una de las reuniones en el Vips de Río Mayo. Le creí.
En una ocasión nos encontramos a Gerardo Becerra Chávez de Ita frente al Starbucks. “Vas bien. Duro contra ese cabrón”, dijo en referencia a la lucha que desde el principio del sexenio libraba Gerardo contra el gobernador Graco Ramírez.
Me presentó a su hijo Rodrigo, un joven estudiante de Derecho muy sencillo y amable. También a su más cercano equipo de colaboradores.
Publicamos una entrevista con temas relativos al medio ambiente en su calidad de ex titular de Profepa y profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM en mi revista “Sólo para Abogados”.
Me dijo que buscaría la presidencia municipal de Cuernavaca, pero luego confesó que le resultaría muy problemático, así que fijó sus aspiraciones en el Congreso local como parte de un proyecto que –según él- culminaría en la gubernatura.
“Sabes qué, estoy pensando que podría servir más como líder del Congreso local. ¿Y sabes por qué? Porque sólo yo podría rechazar un cañonazo de los que manda el gobierno para que aprueben sus iniciativas”, comentó.
Tomando en cuenta que proviene de una familia pudiente, y que ha tenido cargos importantes, no se me hizo descabellada su teoría.
Ya no me volvió a llamar y dejé de verlo por un tiempo. Hasta que llegó el periodo de registros, y cuando todos los precandidatos llegaban a la sede estatal del PRI a registrarse acompañados de sus contingentes, Paco llegó solitario y se escabulló pegado a la pared hasta alcanzar la puerta. Después supe que iba en primer lugar de la lista de plurinominales para el Congreso local.
Todavía en los primeros meses de la Legislatura pensé que cumpliría su promesa de convertirse en un contrapeso del poderosísimo gobernador perredista, pero oh decepción, se volvió su más acérrimo defensor. Nunca sabremos a cambio de qué, pues si algo tiene Paco Moreno es que sabe hacer sus enjuagues para no dejar huellas de sus raterías.
Cuando cansados de sus desplantes y groserías sus compañeros diputados lo obligaron a renunciar a la presidencia de la Mesa Directiva, un amigo mutuo me dijo: “Paco no va a aceptar ser uno más de la bancada, él está acostumbrado a ser jefe o nada”.
Por eso no me sorprendió cuando anunció que dejaría la diputación para incorporarse al gobierno de Graco Ramírez como secretario del Trabajo. Era la salida perfecta. En lo que se suponía iba a ser su última sesión como presidente de la Mesa Directiva, hasta puso a entonar al resto de los diputados el Himno Nacional para despedirlo.
Pero el nombramiento que tanto había presumido nunca llegó. Sólo Graco Ramírez sabe por qué lo dejó “vestido y alborotado” y haciendo el peor de los ridículos.
Sin la dignidad que nuestro amigo mutuo le concedía, Paco esperó sentado en su curul “del montón” a cobrar hasta la última quincena de la legislatura y se fue por la puerta de atrás, dejando al Congreso endeudado y sin ningún documento que comprobara sus malos manejos.
Recientemente, el periodista y politólogo Domitilo Evangelista le publicó una especie de radiografía que lo describe perfectamente:
“Aun cuando fue formado como político en la vieja escuela priísta, esa que gobernó más de 70 años, como docente en la Facultad de Derecho de la UNAM, como delegado del IMSS en Morelos, como delegado del PRI en diversas entidades, como diputado local y federal, Francisco Moreno siempre ha estado al servicio de quien gobierna, sea del PAN, como con Sergio Estrada Cajigal o del PRD como con Graco Ramírez”, escribió el autor de “Sombrerazos”.
“Así, sin más méritos que los que él sólo se construye, con su voz grave y su altanera actitud que buscan crear un muro que oculte su molestia -al nivel de trauma- por su baja estatura y alusiones en diminutivo, Francisco Moreno Merino busca una vez más ser candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca, vestido de "ciudadano" y rodeado de parte de lo peor de la dizque clase política de Cuernavaca, como Manuel Martínez Garrigos, Alfonso Pedroza Ugarte y Jorge Messeguer Guillén”, agregó.
Y remató:
“Sin duda la apuesta electoral de Moreno Merino, es a la desmemoria ciudadana, a que olviden al votar su pasado priísta, su fama de misógino, su trayectoria de excesos, sus mentiras, su paso como presidente de la Mesa Directiva en la ‘honorabilisima‘ anterior legislatura”.
HASTA EL LUNES.