¿A qué nivel de stress tuvo que estar sometida la joven para reaccionar tan violentamente porque no le querían vender una pizza? Ese fue el comentario que puso su servidor en el video que ya todos conocemos porque se volvió viral bajo el hashtag #LadyPizza, y que arreció el linchamiento en redes sociales contra una mujer que lo único que quería era comer.
Pero no es el único caso. Cheque usted, estimado lector, cualquier video polémico, y verá que las reacciones de la gente son de lo más variadas, y en muchos casos, preocupantes.
Podemos poner sobre la mesa la hipótesis de que con la libertad de las redes, en este territorio casi anónimo, nuevo, vacilante, la sociedad retoma una figura abandonada ya hace siglos: la figura punitiva salvaje del Siglo XVII, donde cualquier criminal podía ser un monstruo y cuyo crimen, que representaba una lesión, un perjuicio contra los intereses de la sociedad en su totalidad, debía ser castigado con derecho a toda desproporción guardada.
El castigo en ese caso no es reparación a los daños ni búsqueda genuina de reivindicación de los derechos fundamentales de la sociedad. El castigo, más bien se transforma en venganza, en revancha, en contragolpe de fuerza.
Es entonces (como dijo Foulcault mucho antes de que se inventara la Internet) una inversión ceremonial del crimen. “En el castigo del criminal, se asistía a la reconstrucción ritual y regulada de la integridad del poder”. Entre crimen y castigo, había igual una especie de rivalidad. El exceso de castigo debía responder al exceso de crimen y tenía que imponerse a él. En consecuencia, había necesariamente un desequilibrio en el corazón mismo del acto punitivo. Era preciso que hubiera una suerte de plus del lado del castigo. Ese plus era el terror, el carácter aterrorizador del castigo.
La Academia Mexicana de la Comunicación (AMDC) (www.amdc.org.mx) realizó a principios de este mes el Foro Virtual sobre Redes Sociales, Manipulación y Libertad Periodística y dejó sobre la mesa temas candentes en el ejercicio periodístico.
El primer grupo de especialistas que habló sobre redes sociales, resaltó que el uso de los algoritmos para el bombardeo de la información puede provocar la “infoxicación” (nuevo término que nunca habíamos escuchado pero que seguramente se quedará en el argot actual) por la cantidad, diversidad y consumo de los contenidos en redes sociales.
Se destacó que internet es la vuelta a la Torre de Babel, y que el ciudadano de a pie con un teléfono inteligente se convierte en emisor en una gran ágora que es el reflejo de la sociedad, en la que todo está permitido y la que amplifica el mensaje.
Hablaron de la reputación en línea y cómo se utilizan las redes sociales por diversos actores de la sociedad. Los medios digitales –dijeron- han dado voz a quienes no la tenían y con un micrófono se vuelven más famosos que las figuras públicas por antonomasia.
Temas regulatorios, activismo, ciberseguridad, fake news, libertad de expresión y el nivel de filtrado de los contenidos realizado desde la tecnología también fueron abordados. Los ponentes hablaron que la realidad no refleja lo que nos dicen los voceros, exigieron el derecho a la verdad, este fenómeno que era análogo y que es manipulado en las redes sociales.
Se razonó la evolución de los medios digitales como facebook, twitter e instagram desde su nacimiento a principios del siglo XXI, hasta la más reciente Tik-Tok de ahora, y los millones de usuarios alrededor del mundo que cada una tiene, haciendo la analogía del “Ciudadano Kane” de Orson Welles -que escogía desde su escritorio las noticias que se publicaban en el diario- al “Ciudadano Bite” de hoy que publica un acontecimiento en tiempo real desde cualquier lugar.
Se enfatizó el activismo y la propaganda digital, las granjas de bots, la guerra de trolls, la agresión on-line y de poner en la agenda pública algo que está a favor o en contra de los intereses comunes; de la evolución de ideologías para tener dos posturas, menos acuerdos y de la construcción artificial de la opinión pública.
El derecho al olvido, el bulling digital, de los algoritmos y de la inteligencia que nos da el Big Data y que nos hace vulnerables dejándonos a merced del mejor postor también fueron abordados. El Foro Virtual de la AMDC dejó claro que debemos hacer conciencia de la necesidad de autorregulación por parte de los usuarios de redes sociales para proteger la libertad de expresión. Los temas planteados dejaron ver que nos encontramos ante una infodemia, en un momento histórico interesante que continua su proceso de maduración, que los ciudadanos debemos ser más selectivos en el consumo de información, verificar fuentes, estandarizar procesos; pero sobre todo, mantener la libertad de expresión en un exhorto de usar las redes sociales para mantener la construcción social.
El internet nos ofrece el poder; el reto, es conjuntar a través de la pedagogía digital tres elementos: gobierno, medios y sociedad sin renunciar a nuestros derechos elementales para establecer puentes democráticos y civilizados para convencer a través de la comunicación como instrumento de la razón.
Desde nuestro particular punto de vista, las redes sociales son un arma de doble filo. Ha logrado que se haga justicia en casos como aquel niño que vendía dulces en Oaxaca y que fue humillado por inspectores municipales, y últimamente en el caso de Geovanni, el muchacho asesinado por Policías en el estado de Jalisco, pero que fue hasta que el asunto se hizo viral que el gobierno de Enrique Alfaro comenzó a reaccionar.
Pero también han ocurrido infinidad de injusticias. Cientos de personas han sido “linchadas” en redes sociales por la muchedumbre cibernética, la mayor parte sin saber ni siquiera las circunstancias específicas como ocurrieron los hechos. Se me imaginan como aquellas personas que están hasta la parte de atrás de una manifestación y que sólo gritan “que lo cuelguen” sin saber ni qué está ocurriendo en la parte de enfrente.
Quien acostumbre escribir en los comentarios de Facebook o Twitter frases como “que lo maten antes de que se reproduzca”, o “hay que ver dónde vive para ir a quemarle la casa”, debe estar consciente de que un día puede ser él quien esté en el papel de acusado.
El internet nos da un poder, pero debemos utilizarlo como un instrumento de la razón, no de la barbarie.
HASTA MAÑANA.