-Mi general, le presento a mi hijo Miguel que quiere conocerlo- fue lo primero que se escuchó después del saludo de mano y el típico abrazo entre políticos.
- Mucho gusto Miguelito. ¿Qué se siente ser el hijo del próximo presidente municipal de Yautepec? Tienes que estudiar mucho para ser como él- le contestó aquel hombre esbozando una sonrisa a la que el niño correspondió con otra igual.
El niño no lo sabía aún, pero estaba frente a los que serían los últimos candidatos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ganarían con “carro completo” unas elecciones. Era el 13 de marzo de 1994 y tanto el candidato a la gubernatura, Jorge Carrillo Olea, como el abanderado a la presidencia municipal, cerraban campaña en un acto multitudinario en el zócalo de ese municipio.
Jorge Carrillo Olea, “el hijo predilecto de Jojutla”, fue “destapado” en el Distrito Federal en noviembre de 1993, y de inmediato se vino “la cargada”, obligando a replegarse a otros aspirantes como Ángel Ventura Valle, David Jiménez González y Juan Salgado Brito.
Carrillo Olea era producto del sistema político mexicano que gobernó durante los últimos 70 años. Egresado de la Escuela Superior de Guerra, se abrió camino en el Estado Mayor Presidencial hasta llegar a ser escolta del presidente Luis Echevería Álvarez, a quien salvó de una pedrada durante una manifestación en Ciudad Universitaria.
De ahí no paró en su carrera en la administración pública hasta llegar a ser director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, quien le pagó sus servicios discrecionales con la candidatura al gobierno de su estado natal, Morelos.
Eran los tiempos del “partido aplanadora”. Con la presencia del jerarca cetemista Fidel Velázquez Sánchez, el licenciado en administración militar cerró campaña en el auditorio Teopanzolco ante miles de priístas que coreaban su nombre y el del candidato a la presidencia, Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Tal como se esperaba, Carrillo Olea ganó con el 67.26% del Padrón Electoral que era de casi 730 mil votantes, contra el 21.68 del perredista Julián Vences y el 8.75% del panista Luis Miguel Santamaría (recientemente fallecido, por cierto).
Y sí, el padre de aquel niño también ganó las elecciones en su municipio. Miguel Ángel Alarcón Rojas ganó la presidencia municipal de Yautepec con 13 mil 865 votos. Pero no era ningún improvisado. Egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM, en 1970 fue Juez Calificador en la 11ª Delegación en Tacubaya en el Distrito Federal, en 1982 se trasladó al Puerto de Acapulco para desempeñarse como juez penal, labora ahí hasta 1985 donde decide regresar a Cuernavaca, Morelos, para convertirse en agente del Ministerio Público federal de la Procuraduría General de la República, luego en 1992 se traslada a Mérida, Yucatán, para encabezar el Tribunal Agrario y estando en esa institución es cuando recibe la invitación para ser candidato a presidente municipal de su ciudad natal.
Para lograrlo tuvo que convencer a dos aspirantes que también buscaban la alcaldía para que se le sumaran, uno era Ignacio Sandoval Alarcón, comisariado ejidal, y el otro Agustín Alonso Mendoza, a quienes integró a su equipo, el primero como regidor y el segundo como síndico (a la postre, ganaría la presidencia municipal en dos ocasiones y luego dejaría a su hijo, del mismo nombre, quien ya lleva dos trienios).
Jorge Carrillo Olea cometió el error de desconocer a quienes le ayudaron a llegar a la gubernatura, y trajo a ocupar los principales cargos a quienes lo acompañaron en las diversas dependencias que ocupó a nivel nacional. Su amigo (el único morelense), Guillermo Malo Velasco, y el abogado Carlos Peredo Merlo, fueron sus principales colaboradores en la Secretaría de Gobierno y en la Procuraduría de Justicia.
Los partidos de oposición hicieron su trabajo a nivel local y a nivel nacional el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León dio línea para que se hiciera lo necesario para sacarlo de la gubernatura. Su frase “vamos a sacar a las ratas de Morelos”, pronunciada durante un discurso en tierras zapatistas, fue la señal del presidente.
Una serie de marchas de protesta encabezadas por Graco Ramírez, Jorge Messeguer Guillén y Gerardo Becerra, así como una solicitud de juicio político al Congreso Local, lo obligaron a solicitar licencia el 15 de mayo de 1998, siendo designado como gobernador interino el diputado Jorge Morales Barud y posteriormente, por un breve tiempo, el abogado Jorge Arturo García Rubí.
El resto de la historia ya la conocemos: el PRI no volvió a ganar la gubernatura. Primero ganó Sergio Estrada Cajigal Ramírez, del Partido Acción Nacional, y en 2006 el médico Marco Antonio Adame Castillo. En el 2012 ganaría el perredista Graco Ramírez Garrido Abreu, y seis años más tarde, mediante una alianza entre varios partidos, el actual gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo.
Mientras tanto, en Yautepec, el abogado Miguel Ángel Alarcón Rojas terminó su periodo constitucional y regresó a la administración pública. Estuvo como director de área en el Consejo de la Judicatura Federal y luego en el Tribunal Fiscal de la Federación en Guadalajara, Jalisco.
Falleció un 28 de abril de 2012, víctima de cáncer cerebral, y fue sepultado en su querido Yautepec, donde a la fecha es recordado como un profesionista destacado y honesto.
Después de aquel primer encuentro entre el general y el niño de seis años, Carrillo Olea regresó a Yautepec al año, ya como gobernador. Se saludaron como grandes amigos y se tomaron fotos.
Miguel Ángel Alarcón Urbán, hoy convertido en abogado y maestro en Ciencias Políticas, comenta que ya no volvió a ver al general hasta 12 años después, cuando acudió a la presentación de su libro “México en Riesgo”, en el Centro Cultural Universitario, en Cuernavaca.
El general en retiro sí se acordó de aquel niño al que conoció en Yautepec cuando el PRI era el partido que gobernaba México, y aceptó tomarse una foto con él.
Sin embargo, el general ya no mostraba aquella sonrisa de marzo de 1994, cuando parecía que tenía todo para ser el mejor gobernador de Morelos.
HASTA MAÑANA.