Lo vimos hace algunas semanas en la ciudad de Cuautla, donde un operativo policiaco (mal dirigido, obviamente) terminó en la detención de un comerciante que fue detenido por elementos de la Policía Municipal. Al pobre hombre lo trataron como el peor delincuente frente a su pequeño hijo, mientras la gente les gritaba que lo dejaran.
Ese operativo mal llevado ya tuvo consecuencias, primero con el cambio de director de la Policía Municipal y ayer con la salida de la Guardia Nacional por no estar de acuerdo con las autoridades locales, específicamente con el director de Industria y Comercio, Delfino Morales Marín, quien a través de un megáfono corrió a los comerciantes ambulantes y ordenó a las fuerzas federales que procedieran al desalojo.
Ayer hubo un altercado cuando personal de la Dirección de Protección Civil del Ayuntamiento de Jiutepec, apoyados por elementos de la Policía Preventiva Estatal, disuadieron un partido de futbol que se estaba llevando a cabo en el campo “Los Pericos” del poblado de Tejalpa.
-Qué daño estamos haciendo con fomentar el deporte? –cuestionó uno de los jugadores.
- Ninguno señor, pero no en una pandemia- contestó Francisco Barona, director de Protección Civil.
- No existe esa madre- repuso un señor ya entrado en años que parecía ser el entrenador.
Los deportistas se fueron refunfuñando por lo que consideraban una injusticia y terminaron desquitándose con los fotógrafos y camarógrafos que tomaban registro del operativo. A la compañera Haidé Galicia un joven intentó agredirla, por lo que fue detenido por los elementos de la Policía.
“Están ofreciendo dinero para que digan que murieron por coronavirus”, dijo una señora de sudadera gris y gafas oscuras, muy molesta porque la sacaron de su rutina de ejercicio y porque además la exhibieron en televisión.
En otro video, grabado en la ciclopista de Cuernavaca, un par de jóvenes gritan “si me muero soy yo, no tú”, después de que una patrulla de la Policía Vial les pide por el altavoz que se retiren, que no pueden hacer ejercicio.
Y si nos ponemos en el lugar de esos jóvenes, veremos que tienen razón. “Mañana bien temprano voy yo solo o con mi pareja, para aprovechar que está sola la ciclopista y hacer deporte, sin hacerle daño a nadie”, pensamos. Sí, pero el problema es que eso lo piensan mil personas al mismo tiempo y entonces al otro día hay una aglomeración de cientos de personas que es lo que sí está prohibido.
Y como no todos tenemos una mansión como la de Thalía para disfrutar nuestra cuarentena, resulta que desde temprano sales de mal humor. Lo único que alivia tu molestia mañanera es ver que de pronto desaparecieron los embotellamientos vehiculares. Las calles están prácticamente vacías.
Llegas a Home Depot y ves el letrero: “Uso obligatorio de Cubrebocas”. Comienzas a recordar lo que decía Hugo López Gatell al principio de la pandemia sobre que el tapabocas no sirve para quien no está contagiado, sino sólo para aquellos que ya tienen el virus y así no lo propagan por la boca.
Pero bueno, no tiene caso discutir con los empleados de una tienda cuyos dueños están muy lejos de aquí, así que vas directo a una farmacia y pides el mejor cubrebocas, el “N-95” que recomienda López Gatell. Pues resulta que no hay en ningún lado. Terminas comprando uno de 20 pesos sólo para que te dejen entrar al Home Depot.
¿Saben lo que se siente respirar con un cubrebocas? Yo lo supe hasta ayer, cuando tuve que usarlo por obligación. El calor es insoportable, y los que usamos lentes para ver tenemos que elegir entre cubrir nariz y boca pero ver borroso (porque se empañan los lentes), o bajar el nasobuco (así le dicen en Cuba) para respirar por la nariz.
Eso ya es estresante. Pero más todavía cuando en la entrada de la tienda tienen una bocina con un anuncio que se repite indefinidamente con las medidas de seguridad: “No se permite la entrada con niños, sólo una persona por familia”, etc. No puedo imaginar el martirio para los trabajadores que tienen que estar ocho horas escuchando eso.
A lo lejos alcanzo a ver un pequeño altercado entre un cliente y un trabajador de la tienda. “Viene muy estresado ese señor”, pienso. Cuando llego a la entrada, uno de los empleados: “Lo siento señor, pero no estamos dejando entrar a las personas mayores de edad”.
Tomé un respiro. Saqué mi credencial de elector y les pregunté: “Aquí está mi credencial de elector, ¿puede decirme qué edad dice que tengo?”. La miró, y extendió su brazo en señal de que podía pasar.
Perdí mi oportunidad de sacar el estrés, pero ahí comprendí que toda la sociedad está irritada por este repentino cambio de vida, por estas medidas de seguridad para protegernos de algo que nadie ha visto todavía en vivo.
Y vienen cosas peores. Escenas que hace semanas nos llegaban de Italia, España y Ecuador, después de Estados Unidos, ayer de Tijuana. Ya circula un video de la Ciudad de México donde una joven se desvanece sin poder respirar y nadie se quiere acercar a ayudarla.
Ayer el Ayuntamiento de Cuernavaca informó que realizarán una revisión de protocolos en todos los asilos, residencias de adultos mayores, casas hogar, albergues, centros de día u otro tipo de establecimiento público, privado o social que brinden alojamiento temporal o permanente a población de 60 y más años en la capital del estado con la finalidad de corroborar que se implemente el sistema de medidas para prevenir la transmisión de COVID-19.
En este sentido, el CMCC-19 (Comité Municipal de Contingencia COVID-19) exhortó a los encargados de estos establecimientos a restringir el ingreso de visitas a los inmuebles para salvaguardar la salud de los adultos mayores que, como ya se ha manifestado, forman parte de los grupos vulnerables ante la pandemia de coronavirus.
HASTA MAÑANA.