Ayer por la mañana el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, informó que el periodo de inactividad con motivo de la contingencia por la epidemia Covid 19 se extiende hasta el 30 de mayo. Así que a seguir encerrados en nuestras casas, ya no tanto por gusto sino porque ahora sí ya no hay a donde ir.
Esta cuarentena nos está obligando a refugiarnos en el internet, donde encontramos todo tipo de información, desde mensajes valiosos, hasta la peor basura. En lo personal estoy harto del debate diario, estéril, entre “chairos” y “fifís” sobre lo que hace o deja de hacer el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Los segundos empecinados en señalar sus errores, y los primeros defendiéndolo a toda costa, justificando lo injustificable.
Tradicionalmente hay textos que se convierten en videos, pero en esta ocasión en esta columna vamos a hacerle al revés. Quiero poner a su consideración la transcripción de un video con el que coincidimos totalmente en su contenido:
Aquí vamos otra vez: un dia mas de la cuartenena, y la alarma suena. Ya te levantaste, ya te bañaste, ya te desayunaste y probablemente ya te desocupaste. Intentas trabajar desde tu casa pero con tanto ruido y con la familia a tu lado no estás igual de concentrado.
Te ves forzado a convivir con la poca gente que está a tu lado, pero estás frustrado. Tantos planes que tenías…cancelados. Tanta prisa con la que vivías para llegar a todos lados, pero todos esos sitios a los que ibas, hoy están cerrados.
¿Quién podría querer hacernos tanto daño?
Y aquí vamos otra vez. A vivir el mismo día que ayer. Y mientras vemos imágenes de todo el mundo por nuestras pantallas, cada día se vuelven más claras nuestras fallas. Nos preparamos para todo, menos para esto. El mundo invirtió en armas, en tecnología, en ciencia, y cuando nos llegó esto nos dijeron que lo único que podía salvarnos era nuestra conciencia. Triste realidad saber que nunca invertimos en ella.
Nos preparamos para la pandemia de la misma forma que vivimos antes de ella: de forma predatoria. Atascamos nuestros baños de papel higiénico, agotamos nuestros medicamentos destinados para otros padecimientos. Nos dijeron que estábamos dejando desprotegidos a nuestros abuelitos pero aun así lo seguimos haciendo, dejando los estantes vacíos.
Infectamos de datos falsos las redes sociales, pero estábamos tan paranoicos que se escuchaban reales. Un montón de gente “civilizada”, comportándose como animales, disputándose un producto en los supermercados.
Pero también, ¿vieron los videos de cómo se recuperan nuestros recursos naturales? ¿Vieron a las ballenas llegando a las bahías después de décadas de no hacerlo? Dan ganas de llorar.
Y hablando de llorar, ¿vieron los videos de los médicos en España, en Italia y ahora en México que dejaron todo para irse a los hospitales a ayudar? Haciendo una oración para que Dios les de fuerzas para continuar.
Muchos de esos médicos tienen hijos (y padres) y al llegar a su casa no los pueden abrazar por miedo a que se puedan contagiar. ¿Has visto los videos? Dan ganas de llorar.
Pero esos médicos cada mañana dicen: “Aquí vamos otra vez”.
Dicen que Dios destruye nuestros planes cuando es al contrario: nuestros planes están a punto de destruirnos a nosotros mismos. Yo no creo en las coincidencias. No creo que sea coincidencia que este virus ataque tu sistema pulmonar, pero guardándote en tu casa le das una oportunidad al mundo para respirar.
No creo que sea coincidencia que la única forma de detenerlo sea tomar conciencia y no salir de tu casa. No creo que haya sido casualidad que sea un virus microscópico lo que nos puso de rodillas. Cuando nos sentíamos seres gigantes e invencibles, nos escondimos como hormigas. Vaya lección de humildad que nos dieron…otra vez.
Sí, porque ésta no es la primera vez, recordemos la peste negra, el cólera, la peste española, etc. La vida es tan buena maestra que si no aprendes la lección te obliga a repetirla. Y aquí vamos otra vez, y si hay que empezar de cero por algún lado empezamos.
Hay que empezar a reconstruir la sociedad, a reconstruir la economía, a reconstruir la vida. A cuidar los mares y los cielos, y recordar los días en que nos prohibieron verlos. A enseñarles humildad a nuestros hijos, para que puedan enseñársela a nuestros nietos. A disfrutar cada minuto porque se pasa demasiado rápido.
Muy pronto todo esto pasará y muchas cosas volverán a comenzar y estaremos en el marco de la puerta más fuertes, más unidos, con una sonrisa en la boca y una inquietud en los pies diciendo: “Aquí vamos otra vez”.
El video es autoría de Jorge Lozano H. y lo puede encontrar en el muro de Marcos Manuel Suárez Gerard.
Y suponemos que ustedes también se hacen la misma pregunta ¿y qué haremos después de la cuarentena que puede convertirse en “ochentena”?
Al respecto, coincido con lo que escribe el profesor Ignacio Cortes Morales, quien ayer escribió:
“Lo deseable es que surja el humanismo que se ha ido adormeciendo por el trajín propio de la vida, la vorágine, las tantas cosas qué hacer, el estar a la vanguardia de la sociedad de consumo para adquirir lo que no es necesario porque no se utilizará o se tiene, pero es de color rojo y el que ofrecen es azul, o tiene los botones al frente, o es el reciente, o ya lo adquirió el vecino, o está de moda, aunque el que se posee brinda igual o hasta mejor servicio, pero habrá que adquirir lo nuevo para no verse mal ante los otros; es decir, la vida propia sólo tendrá sentido, en este consumismo, cuando es en relación a los demás, perdiéndose la identidad propia para ser un colectivismo, pero egoísta, en la contradicción, porque es una soledad comunitaria, y al vivir cada quien en su espacio, el del otro carece de importancia o tiene sentido en relación al servicio que presta, pero en el utilitarismo, en lo material, en el tener, en la acumulación sin sentido social alguno”.
HASTA EL LUNES.