De no haber estado tan cerca de los acontecimientos, también habríamos creído –como algunos, incluyendo gente del gremio- que la privación ilegal de la libertad e inmediato rescate del periodista Adrián Fernández fue un “montaje” orquestado por el gobierno para contrarrestar el malestar ciudadano por la inseguridad pública.
Pero después de haber hablado con varios de los protagonistas de este caso, arribamos a la conclusión de que se juntaron diversas circunstancias que hicieron posible su rescate con vida, lo que ocurre en un bajísimo porcentaje de los secuestros perpetrados en esta entidad.
Ya el propio Adrián Fernández Guerra (empresario y editor de la Revista Perfil desde hace alrededor de 20 años) narró a algunos medios cómo fue su “levantón”. Fue el miércoles 19 de febrero cuando celebraba su cumpleaños en el restaurante bar “México Lindo”, que llegó un comando armado a bordo de dos camionetas.
Lamentablemente, el primero que se interpuso en su camino fue el valet parking, un joven de 25 años al que le dispararon a quemarropa. El sonido de los disparos hace que todos se tiren al piso, incluso se meten bajo las mesas.
“Lo matan, todos nos metemos abajo de la mesa y llegan preguntando quién es Adrián, quién es Adrián y ellos mismos dicen es él, jálalo, me jalan, me llevan a rastras, jalando todo de las piernas, hasta las escaleras, me meten en los vehículos”, narró la víctima.
Inexplicablemente, comenzó a circular en redes la versión de que su cuerpo había sido tirado en el puente del pollo, luego en Lomas de Ahuatlán. No había tal. Quizás esos mensajes hayan sido lanzados por los propios secuestradores para limpiar su huida hacia (hoy lo sabemos) Jiutepec.
La verdad es que, en un estado donde hay seis o siete ejecuciones diarias y todos los levantones terminan en homicidio, ya no contábamos al amigo Adrián. Algunas personas hasta esquela le publicaron en sus muros de Facebook.
En el gremio había diversidad de reacciones. Algunos pensábamos que debíamos aplicar la regla de no publicar nada de un secuestro para no poner en riesgo la vida de la víctima, pero otros consideraban que si no comenzábamos a hacer ruido, las autoridades no actuarían.
Al otro día muy temprano recibí la llamada de un veterano comandante de la Policía, amigo de Adrián. Me confirmó que no habían hablado para pedir rescate “ni creo que hablen, esto no es un secuestro normal, pero si no hacemos ruido la autoridad no va a actuar”.
Le comenté que necesitábamos la autorización de la familia. Minutos después me habló Yesenia, la esposa de Adrián, desesperada porque no había noticias. “Sube un mensaje en tus redes solicitando ayuda del gremio y yo lo replico”, le ofrecí.
El gremio periodístico respondió solidario como siempre. Aunque no haya un Mecanismo de Protección para Periodistas legalmente constituido, y que el liderazgo de los comunicadores se lo disputen varios grupos, cuando hay una emergencia sí somos unidos.
Corresponsales de medios nacionales entrevistaron a la esposa después de salir de su encuentro con el fiscal Uriel Carmona. Esther Martínez leyó un manifiesto en el Zócalo que luego entregó en la oficina del gobernador. Otra asociación hizo su propio comunicado condenando el hecho, y la sociedad en general comenzó a replicar en redes sociales la petición de ayuda.
La noticia de que habían encontrado un cadáver destazado en la colonia Montessori hacía más dramática la espera. “Ya llegó el doctor Nava, director de Servicios Periciales, esto es mala señal”, reportaba un compañero de nota roja desde el lugar de los hechos. “No es”, aclaraba más tarde para alivio de todos.
Tuvimos que volver a nuestras labores diarias. Fue hasta las 17 horas que comenzó el intercambio de mensajes. Varios tuiteros daban a conocer que Adrián había sido rescatado, pero no había pruebas de ello. Fue hasta las 6 de la tarde que comenzaron a llegar las primeras fotos y luego el video del feliz reencuentro de Adrián con su familia.
Y hasta los que primero estaban usando la “muerte” de Adrián para reclamar al gobierno, ahora estaban indignados por “el montaje” de su rescate. Si hubiese sido un montaje, no serían tan reales las heridas que la víctima trae en la cabeza.
Información obtenida por este columnista refiere que fue una llamada anónima (seguramente proveniente de un grupo antagónico al que lo secuestró) la que alertó a la Policía sobre el lugar donde mantenían privado de su libertad al periodista.
Para corroborar, un grupo de agentes antisecuestros acudieron al domicilio vestidos de civil. “Es un fraccionamiento con una caseta de vigilancia en la entrada y la primera casa es donde lo tenían. Uno de los secuestradores estaba platicando con el guardia de seguridad, y por su comportamiento se delató solito cuando nos vio. Luego salió otro al que reconocimos porque ya lo teníamos investigado por otros asuntos. También nos percatamos de que ahí estaba la camioneta blanca donde se habían llevado a la víctima, así que informamos a los superiores y mandaron el apoyo”, narró un agente.
Una camioneta blindada se encargó de tirar la puerta y abrir paso a los agentes de la UECS. La mayoría de los sicarios estaban descansando en colchonetas en la planta baja de la casa, pero algunos de ellos sí estaban armados y dispararon, aunque finalmente cedieron al verse superados.
Uno de los sujetos alcanzó a saltar una barda y se escabulló entre las azoteas. Pero para esos momentos efectivos de la Guardia Nacional ya habían montado un perímetro de seguridad y fue hallado sentado en la banqueta de un fraccionamiento contiguo.
Así que les podemos asegurar que no fue montaje, aunque faltan muchas preguntas por responder y que se aclararán a medida que avancen las investigaciones.
Lo importante es que un ser humano está de nuevo con sus seres queridos. Volvió a nacer y ahora tendrá que valorar más a su familia.
Lo malo es que sí hay una víctima mortal en este asunto. Se llamaba Jorge Eduardo Diego Durán, de apenas 25 años, habitante de Huitzilac. Deja desamparados a su esposa y a una hija de cinco meses.
Se supone que entre los 10 detenidos por el secuestro de Adrián debe estar el que le disparó al acomodador de autos, así que si la Fiscalía hace bien su trabajo, seguramente tendrá la justicia que hoy mucha gente reclama para que no se diga que hay ciudadanos de primera y segunda.
Legalmente no hay responsabilidad del restaurant ya que el homicidio ocurrió afuera y él estaba contratado por una empresa externa de valet parking. Conste que dije “legalmente”, porque moralmente Emilio Franco y Adrián Fernández considero que deberían apoyar a la familia del joven.
HASTA MAÑANA.