Todo parece indicar que después de haber estado al borde de la muerte, Beatriz Vicera Alatriste llegó a la conclusión de que la vida es muy corta y hay que disfrutarse al máximo porque se puede acabar en cualquier momento.
Sus enemigos políticos hicieron escarnio de sus defectos físicos y antecedentes laborales. Le decían que era “la sirvienta de Maricela Sánchez”, que estaba gorda y le apodaban “Betty La Fea”. En lo personal, siempre consideré que el hecho de provenir de una clase social baja y llegar a un cargo de ese nivel, debe ser reconocido y tomado como una cualidad, no un defecto. Nunca hemos criticado a una dama por cuestiones físicas.
Lo que sí criticamos es su cambio en el trato y sus acciones. Sabemos de buena fuente que “Betty” como todos la conocían se convirtió ahora en “la señora diputada” que gastaba miles de pesos en su atuendo, maquillaje, manicure, pedicure y mascarillas faciales.
Una de las que sufrió las consecuencias de su cambio fue la abogada Angélica de la Torre, quien fue contratada por la LIII Legislatura pero a partir del mes de octubre del año 2016, derivado de la crisis financiera por la que atravesó el congreso del estado, comenzaron a solicitar las renuncias del personal de confianza, y en algunos otros casos -como el de ella- llegaron a acuerdos para que continuaran trabajando para ser recontratados formalmente en el mes de enero del 2017.
Fue hasta el 17 de enero del 2017 cuando recibió el nombramiento como Directora de la Unidad de Información Pública, mismo que fue firmado de puño y letra por la diputada Beatriz Vicera Alatriste, en su carácter de Presidente de la Mesa Directiva de este Congreso del Estado de Morelos, y se le hizo saber que se realizaría el pago retroactivo correspondiente a la primera quincena de enero.
Pero nunca le pagaron y sí le hicieron dar vueltas. Nunca pudo ver a Beatriz y solamente la atendían sus secretarias, que sólo le daban largas. Ese fue sólo un ejemplo del trato déspota y prepotente de quien fue la representante de las mujeres priístas en la entidad.
Recientemente nos enteramos de que otra mujer profesionista, a pesar de que cumplía con todos los requisitos para obtener su jubilación, no la consiguió por una sencilla y absurda razón: fue jefa de Beatriz Vicera cuando ambas trabajaban para la Financiera de Marisela Sánchez.
Cuentan que cuando Beatriz fue nombrada presidenta de la Mesa Directiva llegó “con la espada desenvainada” diciendo que le haría una auditoría a su antecesor, Francisco Moreno Merino. “Nada más que siga haciendo declaraciones estúpidas y vamos a tener que hacer pública la factura que se pagó en el hospital”, le mandó decir Moreno Merino.
Y es que aseguran que la diputada estaba al borde de la muerte internada en un hospital privado, y que ya no le querían hacer nada si no pagaban. Entonces llegó José Luis Borbolla con un cheque de varios ceros y liquidó la deuda. Obvio, no era dinero de “Choche” ni de Paco, sino del erario, es decir, de todos los morelenses.
A Betty le ganó la avaricia. Pudiendo haber tenido un buen ingreso en tres años como una diputada más, “perdió el piso” cuando le dijeron que podía obtener mucho más si se cambiaba de partido y si aceptaba el cargo de presidenta de la Mesa Directiva, pero sólo para obedecer las órdenes de Rodrigo Gayosso.
Recordemos que Vicera Alatriste llegó a la diputación por una combinación de suerte y tendencia política. Obtuvo la candidatura plurinominal como un pago por su lealtad con Marisela Sánchez.
También fue determinante la llamada “paridad de género” que exigió a los partidos políticos postular en los espacios plurinominales también a un hombre y una mujer, para que ella llegara al cargo sin un solo voto, por el simple hecho de ser mujer.
Ya siendo diputada, poco le importó traicionar a su partido de toda la vida (donde fue consejera estatal y nacional) y traicionar a su mentora Marisela Sánchez.
También le valió un soberano cacahuate la defensa del género femenino. Son muchas mujeres las que fueron víctimas de su desprecio y que se quedaron esperando los beneficios de que una mujer quedara como su representante.
Sin embargo, en descargo de Beatriz diremos que a ella la usaron para que firmara muchos documentos y después la abandonaron a su suerte. A la primera diputación llegó por suerte y por gracia del PRI, pero la hicieron creer que podía ganar si se lanzaba como candidata ahora por el PRD, impulsada por muchos millones de pesos.
Le hicieron creer que repartiendo máquinas de coser a las mujeres, y mucho dinero a los ayudantes municipales, podría seguir disfrutando de las mieles del poder por otros tres años. Incluso, hizo uso de la violencia cuando un grupo enviado por ella agarró a jitomatazos a su contrincante Alejandra Flores.
Hoy Beatriz Vicera Alatriste paga las consecuencias de sus actos. Tres magistrados del Tribunal Superior de Justicia acaban de ratificar la determinación de una juez penal en el sentido de que la ex diputada debe quedar sujeta a proceso y, eventualmente, ser internada en el Penal Femenil de Atlacholoaya por un presunto desvío de dinero que quizás ni siquiera fue para ella.
Con una salud minada, terminar en la cárcel sería el peor de los finales para la novela que ha sido la vida de Betty, quien se dice “ingeniera química” por haber trabajado en los Laboratorios de Análisis Clínicos Tovar, y “asistente de dirección en el Diario de Morelos”, según su ficha personal de la LIII Legislatura.
Pero también es una lección de vida para las mujeres que hoy comienzan en la política, a las que de repente les sobran amigas y pretendientes, y que todos sus colaboradores les ven “madera para diputada local o federal, o incluso para gobernadora”.
Todas esas mujeres (regidoras, diputadas, locales, federales, senadoras, secretarias de gabinete) deben ser muy cuidadosas y no dejarse llevar por “el canto de las sirenas”.
Véanse en el espejo de Doña Betty Vicera Alatriste, antes de tomar cualquier decisión.
HASTA MAÑANA.