Ella sin duda llora como Magdalena porque lo quiere, porque lo ama, pero esto todavía va más allá. Sufre porque ya no tiene algo que tenía y esto le genera inseguridad. Siente culpa por lo que no dijo y lo que no hizo, así él se llamara Juan o Pedro. Le da miedo no volver a encontrar un hombre que la ame. En este momento su autoestima está en el suelo, y piensa incluso que no es merecedora de que alguien la voltee a ver, mucho menos que la ame.
Sufrir es casi, casi, un gusto que uno solo se da. Porque ok la regaste, trataste de arreglar las cosas pero no te quisieron dar la oportunidad de hablar, pedir una disculpa, pues bye y lo que siga… ¡Pero no! Entonces sigues alimentando tu miedo a estar solo, el caso de mi amiga, y uno solito se da el machuque mental: tú hiciste mal, tú tienes la culpa de lo que te pasa, tú, tú, tú. Y como estamos en el mero hoyo del dolor, no vemos que en una relación de pareja hay dos y que para llegar a donde se llegó se necesitó de los dos. Ambas partes tienen culpa, casi, casi, la misma. Tal vez hizo falta paciencia, tolerancia, seguridad, pero seguro no fue falta de amor.
No hay palabras, no encuentro las palabras o la palabra mágica para que ella se pueda sentir un poco mejor. En este momento no se da cuenta de que todo pasa por algo, no alcanza a ver que todo es un aprendizaje, pero seguro cuando salga de su sufrimiento lo verá de otro modo y será entonces cuando alcance a ver qué fue lo que le dejó esa relación. Repito, yo que la conozco y que veo todo desde fuera, sé que le falta tolerancia, paciencia. Y de la otra parte, su novio, bueno su ex, seguridad. Los celos generan una barbaridad de cosas.
Además es tanto el dolor en este momento de mi amiga que se olvido que va a ser lo que tenga que ser, así ella mueva cielo mar y tierra.
Venimos a este mundo terrenal a aprender,la mayoría de veces aprendemos a través del dolor, pero esto sólo sucede cuando no estamos equilibrados. Somos cuerpo, mente y espíritu, estos tres elementos que componen al ser humano tienen que vivir en equilibrio, no podemos dejar al espíritu y sólo trabajar el cuerpo; o sólo trabajar el espíritu y olvidar la mente, debemos ser equilibrio. El equilibrio nos dapazy cuando lo tenemos nada nos puede mover de nuestro centro, no tenemos porque aprender lo que nos hace falta aprender a través del sufrimiento.
Si María que tiene su autoestima trabajada, le hubiera enseñado a su novio a trabajarla, entonces él no hubiera vivido el infierno de los celos, y él que es paciente le hubiera compartido de su paciencia a María, ambos hubieran hecho un buen trueque y hubieran encontrado el equilibrio como pareja. Es decir un intercambio de conocimiento un intercambio de experiencia, algo así como un juego de ping-pong. Y así con toda aquella persona que llega a nuestra vida, ellos nos enseñan algunas cosas y nosotros a ellos otras, aunque los psicólogos no estén de acuerdo con lo que voy a decir, lo voy a decir: todos dependemos de los demás. Porque todos intercambiamos información, dependemos de otros muchas veces para aprender. Cuando entendemos nuestras virtudes y defectos entendemos para qué están las virtudes y los defectos de los otros. Todos somos una lección para los demás.
No sé cómo y cuándo vaya a terminar el sufrimiento de amiga, o más bien será cuando ella lo decida, cuando haya aprendido lo que sólo ella sabe, porque nadie mejor que nosotros mismos para ver nuestros errores y entender de donde vienen las raíces de nuestros miedos; entonces estará lista para ser la protagonista de su vida. Entenderá que debe ser feliz esté con su ex o no, lo que ya nos han dicho muchas veces, pero que es difícil muchas veces llevar a cabo, que debe aprender a quererse a sí misma para querer a los demás. Que ella elegirá que tipo de película quiere que sea su vida, si de amor, de risa o de llanto. Si quieres una vida maravillosa, haz la vida de los demás una vida maravillosa.
Ya quiero que termine su aprendizaje para volver a verla sonreír. Y para que entienda esto: ama a quien te ame, ignora a quien te ignore... la vida no termina aquí y que el hombre que llegue a tu vida nuevamente, será mejor que él que se fue porque tú ya llevas ¡un gran aprendizaje de vida! Mientras esto pasa ámate, quiérete, respétate, valórate. Y lo más importante: perdónate.
Hasta la próxima.