Observé que algunos estaban preocupados, otros tristes y otras no cabían de la felicidad, celebraban la vida. Un nuevo ser había llegado a este complicado mundo. Aún con su tristeza o preocupación, se portaban amables y atentos con los demás. Vi señoras de esas que usan mandil en su vida diaria y no se lo quitan nunca. Están acostumbradas al trabajo duro de día y de noche, una vida sin vida. Es decir una vida con pocas diversiones o distracciones, eso me entristeció. Para cerrar con broche de oro, cuando salí del Parres vi a una mujer joven, de 25 años aproximadamente, salía de una diálisis o hemodiálisis, no lo supe con exactitud. Lo que sí pude percibir, fue una enorme tristeza en sus ojos. No pude evitar remontarme al pasado, a mis 25 años... Me vi felizmente graduada y trabajando. No tenía ninguna preocupación más que la de toda la vida, no tengo que ponerme, o sea ¡así o más bendecida!
Me subí a mi camioneta con mucho sentimiento en mi pecho, en mi corazoncito. En todo el camino hacia mi negocio, los ojos de esa chica estuvieron en mi cabeza. Nada más pise el local y ese sentimiento tierno que traía en mi ser se esfumó... ¡Estaba ahí una clienta que alucino! es de esas personas, que como dicen por ahí, tiene la sangre pesada... lo sé, nadie elige nacer a ser así, pero en serio que me pone muy de malitas. Nada le gusta, nada le parece y ese ceño fruncido me da escalofríos… Me choca su cara de… Ustedes disculpen mi expresión, pero es neta, tiene cara de huele pedos, ¡ups!, lo dije. Total que me hizo pasar un pésimo momento, porque además nunca compra.
Apenas pasaron unos minutos, cuando recibo una llamada que me puso a mil. Una de mis mejores amigas recibió el apoyo económico que le costó casi un año gestionarlo. Lógico, iríamos a celebrar y a preparar todo para la inauguración de su tan soñada academia de baile. Me puso muy, muy, contenta esa noticia.
No pasó ni una hora, cuando me encontraba distraída viendo unas fotos, cuando escuché una voz conocida… Era él, el fulano con el que tuve una relación dramática donde me trató peor que chancla vieja... estaba parado ahí, frente a mí, después de casi un año sin saber de él. Levanté la vista y salió de su boca un “hola, como estás”, sentí que me iba a dar un paro cardiaco, ¡no sabía si sentía miedo, alegría o qué! pero cuando vi sus ojos me tranquilice, ya que vi vergüenza y arrepentimiento. Y así fue... me abrazo muy fuerte y me dio una disculpa al oído... mi piel se erizo, lo abrace más fuerte aún y le contesté ¡no sé de qué me hablas”, se sonrío y guiño un ojo. Salimos por un café, charlamos un poco, nos pusimos al día y nos despedimos como amigos...
De regreso a casa me encontré con una situación que me alteró y me indignó. Unos tipos maltrataban a un perro callejero. Ver esto me prende, me entristece, me indigna... no entiendo cómo pueden maltratar a un ser vivo que seguro no les ha hecho nada. ¡Obvio, me pare! me bajé de la camioneta y enfrenté a estos disque ¨humanos¨, les grite muy fuerte “dejen a ese animal o se meterán en problemas, soy presidenta de una asociación protectora de animales”... ¡Ups, mentí! Seguro sí me van a creer lo que esos tipos me contestaron “!Uy… qué miedo!”, así de pelados. Entonces tomé mi celular y fingí hacer una llamada donde pedía apoyo, los tipos se fueron uno a uno, eran tres, creo que no lo había mencionado. Invité al perro a subir a mi auto, que por cierto me costó mucho trabajo que lo hiciera, lógico no confía en el ser humano y lo puse a salvo de sus agresores. Saben, me quedé pensando en esos hombres y sentí lástima por ellos. Creo que su agresión contra un indefenso canino no es otra cosa que frustración, coraje contra la vida, lo más probable es que son el reflejo de sus padres, es decir en sus hogares no han visto otra cosa que violencia. Nunca han sido respetados, me atrevo decir que jamás se han sentido amados.
Una vez en mi casa me puse a revisar el Face (ya sé, maldito vicio) y lo que vi me derrumbo. La que yo considere por muchos años mi amiga, si no mi mejor amiga, si una buena amiga a la cual muchas veces le conté secretos de mi vida, me había fallado. Me di cuenta de que ella y mi ex ya eran amigos, saben (sé que con esto que voy a decir, me voy a echar a muchos de ustedes caballeros encima) de los hombres puedo esperarlo todo porque son cazadores por naturaleza y sé que lanzan el anzuelo y a ver qué cae, lo sé. Pero ella que se decía mi amiga incondicional, por qué lo acepto, sí sabía que era mi ex, ¡por qué! Tal vez estoy mal. Todos somos libres de hablar con quien se nos dé la gana, pero creo que los códigos de amistad entre mujeres se hicieron para respetarse... en fin.
Con este mal sabor de boca me fui a la cama. No podía conciliar el sueño, había vivido un sinfín de emociones en el día, había tenido un día algo así como si me hubiera subido a la rueda de la fortuna, estuve arriba, abajo, abajo, arriba...
Según no sabía qué compartirles y sin darme cuenta les conté como en un mismo día viví de todo un poco, pero todavía no les he dicho que antes de cerrar los ojos agradecí mi gran día. Me di cuenta que aprendí mucho de él. Descubrí que soy una mujer llena de sentimientos, una mujer viva que siente, ama, llora. Una mujer que olvida, una mujer que lo único que busca y desea es ser feliz día a día, aun se encuentre en su camino mil y un obstáculos...