Por eso sorprende que las autoridades educativas no hayan incidido en que se tomaran las medidas necesarias para evitar daños en planteles escolares.
Hasta la fecha no hay desgracias que lamentar, pero los daños económicos están allí.
Las dos docenas de escuelas que están en zona de riesgo por las lluvias no son construcciones nuevas, sino edificios que tienen suficientes años como para no justificar la falta de previsión.
A menos, claro, que la causa principal de esa inactividad sea el dinero, el recurso más escasos desde que la actual familia gobernante decidió que el dinero público de todas las áreas de la administración pública les pertenece sólo a ellos.