A estas alturas del sexenio, no parece casualidad que los indicadores de casi todo sean negativos.
La ausencia de voluntad para gobernar y la cada vez más evidente actitud de hacer negocios con el dinero público desde el poder provocaron un descuido sobre todo lo que sea de interés social.
Las zonas forestales de Morelos fueron también víctimas de esa criminal omisión. Seguramente los factores climatológicos contribuyeron, pero lo cierto es que el abandono de las responsabilidades públicas es visible en todas las áreas gubernamentales y no se le puede atribuir todo al fenómeno meteorológico El Niño. Y como los mecanismos de control y rendición de cuentas están en manos de la camarilla gobernante, los responsables de todo viven impunes y esperanzados de que así será siempre.