Con voz triunfante declaró que "en Morelos la policía no tortura a nadie para obligar a confesar un delito... aquellos que presumen torturas de parte de la policía, lo hacen para esconder o desprestigiar los resultados de combate a la delincuencia..."
El mandatario olvida así el informe de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Morelos hecho público hace unos días, que señala casos de esos que él no reconoce y -quizá por eso- no atiende.
Criminalizar a las víctimas del los excesos policiacos habla de un alejamiento total con los gobernados. Sobre todo en un tema tan delicado en el que incluso ha habido personas muertas a manos de la Policía, concretamente de los encuadrados en la Comisión estatal de Seguridad Pública.
De la misma forma se niega la realidad en aspectos como el campo, la educación o la economía en general. Es difícil gobernar cuando no se quiere ver. Eso explica la enorme cantidad de conflictos a lo largo y ancho de la entidad, que seguirán hasta que las cosas cambien, pero para eso se necesita una autocrítica que hoy brilla por su ausencia.
(La declaración que se cita líneas arriba puede leerse completa en la página oficial del gobierno morelense, www.morelos.gob.mx, donde por cierto se publicita una entidad color de rosa, con el pretexto de los logros que constan en el tercer informe de labores, próximo a entregarse).