En su momento, el caso del juez de control Daniel Rodríguez Apac causó indignación en la sociedad morelense por el trato de privilegio que recibió luego de verse involucrado en un accidente que costó la vida de un hombre.
El juzgador además huyó del lugar del percance hasta que fue alcanzado por una patrulla, pero por su condición profesional recibió un trato privilegiado y han sido necesarios tres años para que fuera imputado por lo que ocurrió ese aciago día.
Ahora se ha expuesto que pese a su imputación mantiene su función al frente de un juzgado, aunque eso lo ponga ante un evidente conflicto de interés con el Ministerio Público, al ser juzgador e imputado a la vez.
Como cualquier ciudadano, su sentencia dependerá de los elementos de prueba que aporte la fiscalía, que tiene una doble responsabilidad, dada la evidente habilidad en la materia del imputado.
Aún emitiéndose una sentencia en su contra habrá que esperar a que se agoten todas las instancias existentes para ver el final de esta historia.
Sin embargo, las características que rodean el caso obligan a cuidar la forma y el fondo. Eso quiere decir que el juzgador puede ser asignado a tareas en el Poder Judicial que no impliquen un conflicto de interés ni tampoco signifiquen dejarlo sin empleo. Todo eso habla de buscar un delicado equilibrio que, si se consigue, puede ser un ejemplo ante los justiciables.