Por mucho que como grupo se sientan agredidos por la delincuencia, no existe la menor justificación para la repetición del salvaje acto escenificado por los cetemistas, que aprovecharon los pesados camiones usados en su actividad empresarial para cerrar los principales accesos a Cuernavaca y convertir a los ciudadanos en rehenes de sus demandas.
Es por lo menos la tercera vez que quienes se dicen ser un sindicato -pero que en realidad actúan como un grupo de presión de naturaleza mafiosa- dañan a la ciudadanía con el pretexto de presionar a la autoridad.
Independientemente de la justeza que pudiera haber en sus demandas, los métodos utilizados rompen la convivencia social y violan la ley, por lo que ameritan una sanción, sobre todo porque trabajan con concesiones, las cuales pueden ser canceladas cuando se utilizan para afectar a la población.