La propuesta suena interesante y podría favorecer a los propios afectados: los partidos políticos deberían donar sus prerrogativas para el rescate de las micro empresas que están a punto de cerrar por os efectos de la pandemia.
La propagación del virus hace difícil mantener los viejos esquemas de las campañas electorales, porque los actos masivos seguramente serán peligrosos focos de contagio.
La mercadotecnia electoral deberá concentrase en lo digital, lo que en principio implica costos menores, por lo que no debe haber obstáculos para que los partidos se desprendan de al menos una parte de sus recursos y la entreguen directamente a la sociedad.
Suena demasiado iluso y es muy posible (mejor decir seguro) que alegarán lo que dice (o lo que no dice) la ley para evitar el compromiso, pero no deja de ser al menos un desahogo ciudadano plantear el idílico escenario.