Finalmente a los morelenses nos faltó el civismo para adoptar una conducta de protección hacia los demás.
El egoísmo -disfrazado de individualismo- que parece ser marca de fábrica de las nuevas generaciones triunfo por encima del sentido social que antes imperaba en la población.
Aunque quienes han tenido esas conductas inadecuadas que pueden tacharse de criminales -porque provocarán muertes y graves secuelas a quienes enfermen de covid- no tienen que ser precisamente la mayoría, si han sido tan numerosos que quizá echaron a perder los costosos avances logrados en la lucha contra la terrible y desconocida enfermedad.
Todo lo anterior excluye a quienes tienen la necesidad de obtener un ingreso. La conducta reprobable es la de aquellos que pueden ponerse a salvo de la pandemia y sin embargo optaron ayudar a esparcir el virus y con eso retrasar aún más el regreso a las actividades económicas.