Ahora que la emergencia sanitaria ha trastocado las finanzas públicas seguramente se revisan con lupa todos los aspectos relativos al gasto de las instituciones.
Al respecto, no estaría de más voltear hacia diversos organismos públicos que desde hace tiempo dejaron de ser funcionales, como el IMIPE, que cada año reclama (sin éxito) más recursos públicos mientras descuida totalmente sus funciones sustantivas, por lo que bien podría prescindir de parte de su presupuesto sin sufrir ninguna afectación, porque paralizado ya está.
Y así como ese hay más ejemplos de organismos creados con la mejor intención del mundo pero que han quedado hechos trizas por las decisiones de los partidos políticos que tienen representación en los órganos de poder.
Lo que se requiere ahora es dinero para enfrentar la pandemia, por lo que no se pueden tener miramientos hacia todo aquello que ya no funciona.