Mientras el Congreso local recuerda, con un acto tan intrascendente como un exhorto, (que es como una llamada a misa: lo acata quien quiere) que la llamada violencia política es un hecho que padecen las mujeres que incursionan en esa actividad, algunos de quienes buscaron una candidatura independiente manifiestan que se sienten justificadamente en desventaja ante los candidatos de los partidos políticos.
Ambas situaciones alertan de que hace falta mucho trabajo de las instituciones y de los órganos electorales para garantizar el ejercicio de los derechos políticos, ya que ahora sólo los militantes de los partidos políticos tienen seguridad en la materia. Excepto, claro, de que se trate de mujeres.
Como se ve, nuestra incipiente democracia (a 18 años de la alternancia en el poder) sigue en pañales.