Si los delegados que han llegado a Cancún son pesimistas, ¿para qué vinieron? Lo que estoy cuestionando es la falta de compromiso en general por llegar a un acuerdo que realmente podría hacer una diferencia duradera.
Muchas de las personas que están luchando por una política universal para combatir las emisiones de carbono piensan que el marco legal y político promovido por las Naciones Unidas no es factible. Si éste fuera el caso, ¿cuáles serían las alternativas? En la ausencia de un acuerdo global, ¿será posible lograr acuerdos pequeños que tengan mayor potencial? Es cierto que casi todos los países organizan sus propias campañas para reducir las emisiones de carbono, pero no hay programas que sean iguales ni que tengan los mismos retos. Lo que resulta prioritario, según muchos países, es un marco financiero para llevar a cabo mayores esfuerzos para frenar el cambio climático, sobre todo en el caso de los países en desarrollo.
La primera diferencia notable de la COP 16 es la ausencia de líderes mundiales asistentes al congreso. Su falta de participación habla, según yo, de su falta de interés y de participación en esta problemática. ¿Qué tan preocupados deberíamos estar? Para mí, queda claro que para el siglo próximo la vida como la conocemos hoy no será posible para el ser humano. Lo triste de todo esto es que las negociaciones internacionales para combatir el cambio climático datan de 1972 pero es sólo ahora, 40 años después, que estamos trabajando a favor de una vida sustentable. Aún más triste es el nivel de compromiso de individuos, gobiernos, líderes y otros que aceptan dirigirse por el comercio y el poder, y no por la sustentabilidad.
Para que la COP 16 tenga éxito será necesario que lleguen a acuerdos en las áreas de mitigación, transferencia de tecnología y financiamiento. Aunque el panorama es difícil, los delegados supuestamente están trabajando para llegar a algún tipo de compromiso universal. La parte financiera es el tropiezo, sobre todo por los tiempos y programas de austeridad que estamos viviendo actualmente. Detonar suficientes inversiones en pro del medio ambiente es la meta; crucemos los dedos para que haya un resultado claro y franco en esta área. Además, muchos gobiernos se preocupan principalmente por sus economías y su nivel de competitividad, lo cual los limita a comprometerse a reducir sus emisiones de carbono.
Sin embargo, no pierdo la esperanza. En México existen muchos ejemplos tanto de individuos como de empresas e instituciones que están actuando desde una conciencia ecológica y seguimos en el camino correcto para lograr más. La energía eólica es una realidad en México y pronto habrá más parques; la aceptación de focos ahorradores ha sido muy exitosa; la separación de basura gana fuerza todos los días con cada vez más personas respondiendo al reto. Se han plantado varios millones de árboles, literalmente, en todo el país en grandes programas de reforestación. Los avances en tecnología son notables, incluyendo la construcción sustentable junto con el uso de energías alternativas (solar o eólica) a través de edificios inteligentes. En el DF ya hay paredes y techos verdes, llenos de plantas que ayudan a refrescar los edificios en tiempo de calor y hacerlos más calurosos en tiempo de frío. Se han desarrollado botellas de plástico biodegradables, hechas de sustancias que no tienen nada que ver con el petróleo. Se ha prohibido el uso de la bolsa de plástico en el DF, aunque el éxito de esta campaña siga siendo débil. Hay muchas ideas, iniciativas y esfuerzos, y estamos viendo algunos resultados positivos, es cierto, pero el camino es muy largo: nos hace falta hacer mucho, pero mucho más. Y ni siquiera quiero mencionar la problemática de la basura…
Para México, como anfitrión de la COP 16, el reto es muy fuerte. No es por nada si muchas iniciativas están siendo inauguradas estos días para mostrar al mundo que México sí está trabajando con la sustentabilidad en mente. Es una lástima que no hayamos empezado en los 70’s, pero por lo menos nuestros esfuerzos el día de hoy son notables y noticiables.
Es tiempo de dejar de lado los intereses personales y egoístas, y actuar en apoyo a la ciudadanía global y su supervivencia. La culpa de nuestra situación actual la tenemos todos y es por eso que necesitamos ser más concientes, creativos y adaptables. Esperemos que se logre algo positivo en Cancún – lo deseo con toda mi alma – pero en el peor de los casos no hay que perder de vista todo lo que estamos haciendo, lo que hemos hecho y lo que tenemos que seguir haciendo. Está claro que nos urge seguir con nuestros esfuerzos individuales, que aumentan en importancia un poco más cada día. Si la COP 16 pudiera lograr un cambio en la manera de pensar de la gente, sería un gran logro. Todavía existen demasiadas personas ignorantes que creen que cambiar nuestra manera de vivir no es necesario ni posible. Están muy equivocadas.