Hace tiempo que soy fanática del programa de Netflix llamado Tiny House Nation. Al principio lo hice porque mi espíritu viajero siempre se ha emocionado con la idea de algún día poder lanzarme a la aventura de llevar mi casa a todos lados. Sin embargo, lo cierto es que el enfoque del programa a veces es mucho menos romántico y más realista.
Muchas familias y jóvenes parejas están optando por estas pequeñas casas porque no pueden costear la vida en las ciudades norteamericanas que son cada vez más un ejemplo de la arrasadora gentrificación. Muy triste. He visto capítulos donde la gente realmente sufre por dejar todas las cosas a las que tienen un absurdo apego.
Sin embargo, lo cierto es que todavía habemos muchos soñadores que queremos agarrar simplemente lo mínimo indispensable, meterlo en una casa con ruedas y echar a andar por caminos desconocidos.
Mi sobrina y su pequeña familia justo ahora lo están haciendo. Dejaron una vida cómoda en la que para muchos, incluyéndome, es la ciudad más bella del mundo: París, para emprender una aventura de autoconocimiento, desapego y conexiones más humanas entre ellos, con otras personas y por supuesto, con el entorno.
Es muy inspirador y aunque yo he viajado mucho más que el promedio de las personas, y en condiciones no siempre tan cómodas, lo cierto es que nunca he tenido valor suficiente como para dejar todo, aprender a vivir con lo mínimo y cumplir ese sueño.
Soy realmente muy feliz de ver que mi sobrina, a la que quiero entrañablemente lo está haciendo. Y los hijos no son pretexto, al menos no para ellos porque van con dos mellizas en sus terribles dos, más el perrhijo viejito de 13 años. ¡Valientes!
Yo no creo que tenga el tiempo o la energía, ni el dinero para hacerlo así. Al menos no pronto. Últimamente ando más bien con ganas de echar raíces, sembrar la tierra, comprar una cabaña y vivir tranquilamente pero también con una perspectiva minimalista.
Sin embargo, para el negocio de turismo social que quiero emprender he estado pensando comprar un vehículo para poder mover a los viajeros y entonces vino a la mente ese viejo vehículo que muchos amamos y que nos remite a las épocas de hacer el amor y no la guerra con aroma de hierba quemada y psicodelia: una combi.
Buscando en internet, me di cuenta de que en México existen personas que aman estos vehículos. Hay quienes los transforman para viajar, para negocios rodantes y hasta los vuelven sustentables. ¡Wow! Pues sí me emocioné.
Así que buscando en internet me di cuenta de que es mucho más barato conseguir uno de estos vehículos que un motorhome y que eso sí podría pagarlo. Y que tal vez no pueda dejar mi vida entera para irme un año pero que sí estaría bien rolar por mi hermoso país durante un mes al menos en un vehículo cargado de historia como es la Combi.
Pero ¿qué dicen otros viajeros de esta camioneta icónica? Pues me puse a buscar en internet y esto es un poco de lo que encontré:
Maru y Martín | Combi Rutera:
“En primer lugar, siempre nos gustaron las Combis. Nos parece que tienen cara, una expresión simpática y mucha personalidad. Pero lo fundamental es que la Combi es nuestra casa, no sólo porque tiene espacio para dormir, sino que podemos cocinar y hasta hacer nuestro programa de radio. Es un placer parar en cualquier lado y a cualquier hora sin necesidad de buscar alojamiento. Además, hay repuestos de Combi en todos lados del mundo. Más aún en Latinoamérica”.
Para otros viajeros una razón esencial para comprarla es que hay una gran familia global alrededor de las Combis. Realmente hay una gran pasión por estos vehículos, todo un universo. A mí eso me emociona porque me recuerda lo que viví en los clubes de amantes de las Vespa.
Solidaridad, compañerismo, viajes y sueños. Todo junto
Eva y Carlos junto a Nino, Nuix y Cachito | Xino Xano:
“Los gatos fueron el tema primordial, nuestro plan inicial era el viajar en plan mochilero durante un año por Latinoamérica, pero no encontramos con quien dejar a los 3 felinos y, de todos modos, dejarlos nos dolía mucho, somos una familia, así que decidimos encontrar un transporte accesible a nuestro presupuesto para viajar con ellos, es así que encontramos a nuestra Kukis.
Que fuera una Combi, al principio, fue un tema de precio y poco a poco hemos descubierto cosas muy bellas acerca de lo que implica tener una Combi”.
Franco | Rutas Salvajes:
“La Combi genera alegría, siempre es bien recibida, y a la hora de vender o trabajar con ella, atrae mucha gente. Aclaro en mi casa, la convertí ya en un Food Truck”.
Carla y Marcelo | Mundo em Verde e Amarelo:
“Escogimos la Combi porque es un vehículo barato, pequeño por fuera (podemos llegar a los lugares y estacionar con facilidad) y grande por dentro (en ella podemos armar una bella casita) y es de fácil mantención. La Combi tiene carisma, tiene una bella historia ligada directamente a los viajeros y los hippies. ¡Todo el mundo sonríe al ver una Combi!