Es muy educado y atento, en especial con las personas de la tercera edad, con las mujeres y con los niños.
Durante un trayecto de veinte minutos por la avenida Emiliano Zapata subió a su unidad limpia a dos mujeres mayores. Una vez que hizo el descuento respectivo y que las pasajeras se sentaron arrancó su máquina con suavidad.
Un celular sonó y él, de inmediato, bajó el volumen de su música. Una mujer contestó la llamada de quien al parecer era su hija, dio algunas instrucciones y regaños y colgó.
El operador subió el volumen de su estéreo a una intensidad moderada.
Juan quiso ser chofer desde que era niño y acompañaba a su padre, también rutero. Ama su trabajo y dice que los pasajeros merecen respeto porque ellos son los que pagan el dinero con el que a él le dan su sueldo.
Trata al pasaje como le gusta que lo traten a él y a su familia. Así se lo enseñó su padre.