-Yo le echo unos ocho meses a ese desmadre. ¿Es mucho tiempo, verdad?
–Es probable que mucho antes. Están paralizando la economía. No hay turismo, son 170 millones de pesos perdidos por concepto de turismo, nada más. 445 comunidades están siendo afectadas por falta de abasto de medicina y productos de la canasta básica. No hay paz social. Ni al gobierno de Oaxaca ni al federal les conviene que, viendo la manera en que están reprimiendo a los maestros, se unan los profesores, el pueblo y las agrupaciones de los estados colindantes. Ahí sí se metería en un problema fuerte. Acuérdate del conflicto de hace diez años, allá, con la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, aún quedan llamas prendidas.
La pequeña máquina bombeaba tinta por la aguja de metal como un corazón: ¡tssssstttssssstssssss! La mano firme siguió una línea recta, después tomó espirales y continuó la recta. Un círculo formaba el ojo del bicho extraño.
-Sí, me acuerdo, estuvo de la chingada. Y aquí, en Cuernavaca, no estamos tan lejos de los oaxacos. Sólo falta que los policías aprieten un poco y la gente responda ya no con marchas para que estemos igual o peor. Ya ni la chingan, todos los días marchas y bloqueos”.
-¿Por qué el gobierno no sale a resolverles su problema? Si debes tener diez pesos en tu casa, para administrarlos, para hacer obras y dar servicios al pueblo, que es de donde salen esos diez pesos, y los tienes y hay un grupo de gente que te está pidiendo un peso para comer, sal y dales ese peso.
Con un lienzo limpió los excesos de la tinta que bañaba el área dibujada sobre la piel: ¡tssssstttssssstssssss! El animalito iba tomando su forma definitiva: era entre gusano y escarabajo o cochinilla y tenía un pico como de loro.
-Pero cuando ya te gastaste en cosas personales esos diez pesos y, después de una semana, sales y le dices al pueblo que en un mes le darás y firmas un papel y llega el día y se presenta el pueblo, ya disminuido porque murieron algunos de hambre y te recuerda que tienes una cita con él, y tú mandas a un empleado a ver si puedes negociar que te den otro mes… Y así se las llevan.
-Bueno, porque nosotros no somos de la gente que le pegan y nos quedamos parados.
-Somos todos gente que trabaja, obreros, artesanos, vivimos de nuestro trabajo y está crítico que ni para vivir te alcanza y que además a la gente le manden a la policía para que los golpee. ¿Qué chingaderas son esas? No sé qué tiene el gobierno en la cabeza que en vez de recibirlos y dialogar les manda a poner una madriza…
El siguiente bicho estaba casi enroscado. Se situaba en el codo y las arrugas complicaban que la aguja penetrara la epidermis y regara el líquido por unos surcos. La máquina avanzó como una cortadora todo terreno.
-No es que las demás gentes sean apáticas, yo lo que creo es que tienen miedo, por ellos, por su familia, no quieren que les quiten lo poco que tienen, que los lastimen, pero si se sienten acorralados te aseguro que hasta el más débil se vuelve peligroso. No sé qué tiene que pasar o hasta dónde va a llegar el gobierno para que rompa esa tolerancia que tiene la gente, pero para mí que no falta mucho”.
El otro animalito quedó enroscado, en movimiento. Después vino el detalle, afinó las líneas y sombreó.
-Por lo pronto yo ya me estoy aprovisionando. En serio. Yo y un grupo de personas de mi barrio estamos juntando víveres y otras cosas para cuando haya enfrentamientos estaremos preparados. No podemos andar diciendo que estamos acumulando provisiones, porque ya ves lo que le pasa a la gente que quiere defenderse sola: llega la Policía y como animales los captura y los mete a la cárcel. Yo no estuve ahí pero vi las fotos en el periódico y tengo compas que me contaron cómo estuvo el pedo: chavitos, niños, mujeres, ancianos, ya ni la friegan. Mira: ¿cómo ves?
-Muy chido. Quedó perrón.